“ESCRIBIR DESDE LA VOZ DE UNA MUJER ES UN ACTO DE RESISTENCIA”

Ana Romero
Columnas
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Ana Romero ha construido una obra que celebra la sensibilidad y la fuerza de las mujeres cotidianas: escritora mexicana y una de las voces más comprometidas con la literatura infantil y juvenil, su narrativa entrelaza memoria, afecto y resistencia.

Su más reciente novela, Drágoras (Fondo de Cultura Económica), imagina un mundo donde nunca deja de llover, una metáfora sobre la soledad y la capacidad femenina de sostener la vida incluso en medio de la tormenta.

—¿Cómo nació la idea de Drágoras?

—Durante una lluvia interminable en la Ciudad de México pensé: ¿y si en el mundo nunca dejara de llover? Pero esa fue solo la chispa. Quería escribir sobre una mujer que ama sin miedo, sobre los lazos que nos forman y sobre la sabiduría de las abuelas. El personaje de la abuela, por ejemplo, está inspirado en la mía: María de Todos los Santos. En ella está todo lo que me enseñaron las mujeres de mi familia.

—En la novela hay una presencia femenina muy poderosa. ¿Fue intencional?

—Sí, porque crecí rodeada de mujeres que me enseñaron a mirar el mundo. Mi abuela me contaba historias, mi mamá me enseñó a leer y una prima me enseñó a pintarme los ojos. Son gestos que parecen pequeños, pero son formas de conocimiento y de amor. Yo escribo desde ahí. Escribir desde la voz de una mujer es también recuperar un espacio que durante mucho tiempo se nos negó.

Cambiar el mundo

—¿Qué papel juega la imaginación en ese proceso?

—Es fundamental. La imaginación es la herramienta más política que tenemos, porque nos permite crear lo que todavía no existe. Las mujeres hemos tenido que imaginar otros modos de vivir, de amar, de cuidar. La fantasía, en ese sentido, es una forma de libertad.

—¿Qué temas atraviesan su obra, además de lo femenino?

—Me interesan la memoria, la muerte, la migración y la vejez. Escribo sobre los vínculos que permanecen, sobre lo que se hereda más allá de la sangre. En el fondo, todas mis historias son intentos por entender cómo cuidarnos unos a otros.

—Su carrera se ha desarrollado sobre todo en la literatura infantil y juvenil. ¿Cómo ha sido ese camino?

—Hermoso y desafiante. Es un espacio donde muchas autoras y editoras son mujeres, pero sigue sin reconocerse como literatura “seria”.

Esa desvalorización, puntualiza Romero, “tiene que ver también con lo femenino: con la idea de que lo que se dirige a niñas y niños es menor. Pero ahí ocurre algo muy importante: las infancias son las que más leen, las que todavía creen que el mundo puede cambiar”.

—¿Qué espera que encuentren las y los jóvenes en sus libros?

—No busco enseñarles nada, sino acompañarlos. Ojalá encuentren una voz con la que puedan reconocerse o soñar. Si una niña se ve reflejada en mis personajes, ya hay una semilla de libertad sembrada.

—¿En qué trabaja ahora?

—Escribo una novela para adultos sobre Mimi Derba, la primera directora de cine mexicana; la segunda parte de Casi hermanas (novela); y un álbum ilustrado que se llama Alma muerta. Todas son historias de mujeres que abrieron camino. Mientras pueda, seguiré contándolas.

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