¿ESCRIBIR VS. IA?

IA Escritura
Mónica Soto Icaza
Columnas
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La Inteligencia Artificial (IA) llegó para cambiar a la industria editorial para siempre. Y el oficio de escribir. Ya sé, no estoy descubriendo el hilo negro y se ha escrito tanto acerca de ello que corro el riesgo de la redundancia. No importa, hay que hablarlo, porque quien se niegue a aceptarlo o peque de incredulidad quedará relegado del futuro. Basta recordar los casos de Blockbuster y Netflix, o de Barnes & Noble y Amazon: ni los gigantes aguantan la ceguera tecnológica, por más inmortales que parezcan.

Con su debida proporción de tamaño e historias, esa certeza se me presentó hace unos días gracias a que una conocida publicó varios libros en Amazon, escritos con IA, portadas diseñadas con IA. Desde entonces una reflexión monopoliza mis pensamientos y una duda se ha convertido en mi obsesión: ¿Cuál es mi futuro? ¿Debo sucumbir a las exigencias de los algoritmos? ¿Debo ponerme a dar consejos frente a la cámara, como si la gente fuera tonta y no pudiera pensar por sí misma? ¿Debo cambiar de profesión y dedicarme a hacer pasteles, o debo mantenerme fiel a mi estilo de creación y a mis planes?

Es un reto mantenerse fiel a una misma en esta era de redes sociales. Bueno, hablo mejor por mí: ha sido un reto mantenerme fiel a mis objetivos, a mi plan de vida, en este momento tan de Reels y TikTok, tan obsesionado con la viralidad, los seguidores, los views; tan anonadado con las imágenes de fantasía, los libros que puedes escribir de una sentada, las investigaciones que ya no requieren largas horas en bibliotecas o deambulando por las calles en busca de hallazgos.

Siempre he sido buena para adaptarme, sé bien que lo único seguro en esta vida es el cambio, así que no he tenido problemas para ajustar mis planes y adaptarlos a lo nuevo. Nada más que con este asunto sí me siento atorada en la era del hielo. No me quiero convertir en esa señora que le dice Nintendo a todas las consolas de videojuegos.

Emoción

Leer decenas de libros, elegir los que serán las fuentes y clasificar los que pueden serte útiles en el futuro, entrevistar personas, especialistas, obsesionarte con un tema hasta, al fin, ver terminado el texto fundacional del libro, esa es la etapa más placentera de la creación.

Ser lectora es mi parte favorita del proceso. Y eso es algo que la IA jamás podrá sustituir. Por algo los escritos con esa tecnología son palabras sin alma, sin anécdota, sin emoción: la emoción desde la cual creas una novela, un cuento, la poesía, es ese componente mágico que los hace irresistibles para quienes van a leerlos. Es posible provocar una emoción si no la creaste desde ahí, pero el verdadero poder se encuentra en llevarte a ti hacia ella al momento de crear.

Escribir es celebrar las pasiones del mundo. Todo lo demás es redactar. Y para eso vaya que la IA funciona a la perfección. Yo prefiero las entrañas. Prefiero el arte.

¿Cómo incorporar la IA a mi trabajo de escritora, sin sacrificar la belleza de crear desde la nada, con una sola palabra alrededor de varias ideas como semillas? ¿Cómo seguir siendo análoga, acústica, artesanal, y no quedarme rezagada ante quienes no tienen reparos en obtener el resultado sin hacer el esfuerzo? ¿Cómo superar esta etapa de vieja cascarrabias ante la tecnología, en quien, además, jamás creí convertirme?

Como se puede ver, todavía tengo muchas más preguntas que respuestas. Aunque en el presente sea reina de la incertidumbre, sé que algún día volveré a navegar con certezas… ¿o mejor le pregunto a ChatGPT? ¿O a Grok? ¿O a Copilot? ¿O a DeepSeek?

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