LAS GIRAS VIRTUALES

“Las redes sociales plantean desafíos significativos”.

Ignacio Anaya
Columnas
PRECAMPAÑAS RRSS

No sé quién está detrás de las cuentas de varias y varios políticos, pero lo que sí es claro es su falta de conocimiento del público al que dirigen su publicidad y contenido: la apuesta de la actual clase política para aumentar su figura son las redes sociales, el contenido virtual que pueda moverse paralelamente a sus giras presenciales.

Es un fenómeno interesante, sin decir otra cosa, pues se presta más al entretenimiento que a informar a la población por qué deberían votar por ella/él. Asimismo, es también una señal de que la tradicional manera de hacer campaña política está siendo desplazada por otras alternativas. El éxito estará por verse con los resultados, pero eso sí, su presencia en redes sociales es un arma de doble filo.

Por un lado, hay un elemento valioso de que los políticos estén más activos que el exponerse a las críticas de la sociedad, asumiendo que al menos quienes manejan sus cuentas les comenten las reacciones cuando publican algo. Usualmente, durante las campañas políticas de antes los candidatos se movían y hacían sus declaraciones dentro de un entorno establecido, de tal manera que su público eran sus seguidores o militantes de su partido. El espacio de crítica era muy limitado, por lo que la reproducción de las propuestas se hacía solo por los noticieros y los spots políticos, pero la gente no podía responder o mostrar sus inquietudes de forma rápida.

Con la llegada de las redes sociales y el significante aumento de su uso por la clase política esta situación ha cambiado. Ahora el diálogo político se ha vuelto más interactivo y bidireccional. Las tecnologías han democratizado la comunicación de dichos sujetos, permitiendo a los ciudadanos expresar sus opiniones y preocupaciones directamente a sus representantes.

Personalidades

Esto, en teoría, debería conducir a una mayor responsabilidad y transparencia de los políticos. Sin embargo, también ha abierto la puerta a una alta polarización y a la propagación de información falsa y engañosa. Las redes sociales a menudo se convierten en cámaras de eco donde las ideas extremas se amplifican y los políticos pueden encontrar seguidores leales sin tener que enfrentar críticas constructivas.

Además —cuestión que en lo personal me parece más relevante—, la presencia en redes sociales ha llevado a una personalización de la política: los políticos no solo venden sus propuestas, sino también sus personalidades y estilos de vida. Conocerán muchos casos y lo preocupante es que parecen ser exitosos, aunque no es como que antes las campañas fueran honestas, cabe recalcar. Esto puede desviar la atención de los temas importantes y las políticas sustantivas. A su vez, se corre el riesgo de que la popularidad se confunda con la aptitud para gobernar, lo que no necesariamente se traduce en habilidades de liderazgo o en la capacidad para tomar decisiones efectivas.

Mientras las redes sociales ofrecen una plataforma poderosa para la participación y el compromiso político, también plantean desafíos significativos. No se trata de decir que dejen este medio, pues es una realidad innegable que ya es parte esencial de la política. La clave será encontrar un equilibrio entre aprovechar las ventajas de estas plataformas y evitar sus trampas, a la par de asegurar que la sustancia y la integridad de su mensaje no se pierdan en el ruido de la constante competencia por la atención en línea.