El pasado 17 de junio falleció uno de los más grandes pianistas de la historia: Alfred Brendel. Murió en su hogar de Londres a los 94 años. No exagero al decir que el mundo de la música está de luto.
Este hombre de nacionalidad austriaca-checa fue de los mejores pianistas del siglo pasado. Destacan en particular sus interpretaciones de las 32 sonatas y los cinco conciertos para piano y orquesta de Beethoven.
De hecho, podrán encontrar la colección completa en Spotify (DECCA). Un auténtico deleite de perfección técnica, sensibilidad y sobriedad propia del periodo clásico, aunque ya con destellos del umbral del romanticismo.
Un dato que nos presenta de cuerpo entero a nuestro personaje es que no fue esta la única grabación de las sonatas completas de Beethoven, sino que hizo dos más a lo largo de su vida.
Brendel no solo fue un destacadísimo músico: trasciende también por haber sido escritor, poeta, pedagogo y hombre de letras y cultura, en general.
Fue una víctima sicológica más de la Segunda Guerra Mundial. Sus primeros años los pasó en Zagreb y en Graz. No fue, como tantos otros casos, un niño genio o prodigio, ni nada por el estilo. De hecho, sus inicios en la formación como músico y pianista fueron un poco más tarde. A los 17 años ofreció su primer recital y a los 21 grabó su primer disco interpretando el quinto concierto para piano y orquesta de Sergei Prokofiev. También destacó Brendel por sus interpretaciones de sonatas y variaciones de Mozart. Bueno, vamos más allá: grabó obras de Haydn, Schubert, Schumann, Liszt, Schoenberg y Stravinsky. Versátil, como pocos.
Memorable
Hay un dato curioso, que he comentado en diversas ocasiones en Una pausa musical con el doctor Leonardo Curzio. Resulta que Alfred Brendel nació un 5 de enero, pero de 1931, mientras que otros dos titanes del piano también nacieron el 5 de enero: Arturo Benedetti Michelangeli (1920) y Maurizio Pollini (1942). De ahí que, arbitrariamente, le hemos denominado “El día del pianista”.
“Los genios no deben morir”, habría dicho Romain Rolland, escritor francés y Premio Nobel de Literatura en 1915, al enterarse de la muerte de Beethoven. Esta frase también se le atribuye a Salvador Dalí, quien la habría pronunciado ante la muerte de Federico García Lorca y —toda proporción guardada— en una canción de Mecano dedicada al propio Dalí, intitulada “Eungenio” Salvador Dalí.
En los setenta Alfred Brendel cambió su residencia a Londres, donde permaneció hasta el pasado martes que falleció. Como ya se dijo, el compositor fue también un destacado poeta (One Finger Too Many). Destacan, asimismo, sus ensayos Musical Thoughts and Afterthoughts (1976), Music Sounded Out (1990) y De la A a la Z de un pianista (sumamente recomendado por José Luis Barros Horcasitas).
De amigos melómanos, comentarios posmortem: “Sus videos tocando y explicando Schubert son una maravilla” (Lázaro Azar). “En los 13 años que asistí como crítico al Festival de Salzburgo lo pude escuchar mucho. Recuerdo en particular uno memorable en el que tocó las últimas tres sonatas de Beethoven. Fui muy afortunado. Lo recuerdo comprando quesos y frutas, sonriente, en el mercado sobre ruedas sobre la pequeña plaza atrás de la casa natal de Mozart” (Gerardo Kleinburg). “Difícil describir mejor la supremacía musical del piano” (Barros Horcasitas).
En fin. Se fue el gran maestro. Pero su música se queda con nosotros. Gracias por tanto, por todo, Alfred Brendel.
¡Viva la música!