HUMANO CONTRA MÁQUINA

“Un sistema donde la persona solo vale por lo que puede producir”.

Ignacio Anaya
Columnas
MAQUINA VS HUMANOS

Algunos dirán que la actual preocupación de muchos individuos frente al avance de la Inteligencia Artificial (IA) no es más que una exageración infundada. Sin embargo, es un tema recurrente en debates, noticias y cualquier tipo de conversación referente a dicho fenómeno.

El temor principal radica en la pérdida de empleos, el miedo del ser humano a ser sustituido por una máquina. Los fantasmas de la Revolución Industrial regresan, o tal vez nunca se marcharon, para recordarle a la gente que su valor reside en su capacidad de producción. Este se enfrenta a un objeto incapaz de recibir un pago o de formar sindicatos.

¿Cuál opción prefiere la empresa? Esta pregunta emerge del sistema económico vigente; la gente vive (y sobrevive) con base en el salario que percibe… y hasta ahora no existe otra alternativa.

Para muchos el temor se centra en la rápida aceleración de las capacidades de la IA. La rebelión contra las máquinas dentro del ámbito laboral ha estado en marcha por un buen tiempo, sin vislumbrar un posible final positivo hasta ahora. Cómo integrará esta nueva herramienta, es algo que queda por ver.

Progreso

No es paranoia afirmar que la sociedad se inclina constantemente hacia la automatización y que de esto surge una lucha que hace eco de los miedos y frustraciones de los luditas del siglo XIX. Este mismo sentimiento resuena en los eventos recientes que se desarrollan en la industria del té de Kenia.

Se percibe el enigma de la tecnología versus el trabajo, una paradoja que resurge en las verdes plantaciones de té de la región de South Rift, donde existe un fervor de los modernos trabajadores del té contra las máquinas que emplea la compañía multinacional Ekaterra.

Estos trabajadores kenianos, al igual que la clase laboral desde la Revolución Industrial, no se oponen a la tecnología per se, sino más bien temen sus repercusiones: pérdida de empleos, alteración de los medios de vida y la erosión del oficio artesanal. Las máquinas son símbolos de progreso y, al mismo tiempo, mensajeros del desplazamiento y dislocación socioeconómica.

Estos problemas nos llevan a reflexionar sobre la necesidad de mantener un delicado equilibrio entre el avance tecnológico y la preservación de los medios de vida. Es difícil evaluar el impacto de la automatización, especialmente desde una perspectiva que reconozca tanto sus beneficios económicos como sus costos sociales.

Lo que sucede en Kenia, que no es novedad, sirve como un indicador para las industrias de todo el mundo. A medida que los avances tecnológicos progresan, también deben hacerlo las estrategias para asegurar que los frutos de la innovación se compartan de manera equitativa en lugar de agravar las desigualdades existentes. Por supuesto, esto parece casi imposible de concebir en un sistema donde el trabajo consume la misma existencia del individuo.

¿Por qué no se hace énfasis en los beneficios de la IA? Porque parece imposible en un sistema donde la persona solo vale por lo que puede producir. Es una de las ironías de la humanidad: estas tecnologías deberían simplificar la vida para todos, pero han logrado desvalorizar al propio ser humano.