LA TRAYECTORIA DE LA ANIMACIÓN Y LA INFANCIA

Ignacio Anaya
Columnas
ANIMACIÓN

La animación ha sido percibida durante mucho tiempo como un medio principalmente diseñado para la infancia, una percepción que comenzó a enraizarse a principios del siglo XX y sigue hasta la fecha. Los orígenes de este formato y su evolución posterior revelan un complejo mundo con influencias de narrativas centradas tanto en adultos como en niños.

El Nacimiento de la animación: una mezcla de atractivo para adultos y niños Las primeras animaciones aparecieron durante la segunda mitad del siglo XIX, pero para principios del XX la animación tomó un rumbo inspirado en las tiras cómicas, una forma de entretenimiento que se dirigía a un amplio rango de grupos de edad. Varios de los primeros animadores provenían de los antecedentes en las historietas. Algunos de estos trabajos fueron Little Nemo, de McCay, y Noahzark Hotel, de Barre, diseñados para atraer a las familias, mientras que otros apuntaban a la audiencia adulta.

La animación vio un éxito significativo en 1914 con Gertie the Dinosaur, de McCay. Los años posteriores vieron muchas adaptaciones de cómics de periódicos en animaciones, algunas dirigidas a niños (Krazy Kat y The Katzenjammer Kids), y otras a adultos (Judge Rummy y Abie the Agent). Sin embargo, el principal punto de inflexión en la trayectoria de la industria llegó con la llegada de El Gato Félix en 1919.

El Gato Félix: el cambio de juego El Gato Félix fue un éxito sin precedentes, alterando efectivamente el panorama de la industria de la animación. Su popularidad trascendió las barreras de edad, pero el público objetivo principal fue, sin duda, los niños. Esta estrategia se acentuó aún más con la mercancía temática de Félix.

Su fama provocó una serie de imitadores como Krazy Kat y las Fábulas de Esopo, de Paul Terry, que presentaban dibujos de animales similares. Incluso el primer éxito de Disney, las Alice comedies, introdujo a Julius the Cat, inspirado en Félix. La década de 1920 presenció el auge de la animación dirigida a niños. Después Mickey Mouse irrumpió en escena, provocando otra ola de personajes graciosos y series amigables.

Actividades promocionales, como el Club Mickey Mouse, destinadas a atraer a los niños a los asientos de los teatros, reforzaron aún más esta conexión. Para cuando la televisión se generalizó en la década de 1950 el vínculo entre la animación y el entretenimiento infantil estaba firmemente establecido. Sin embargo, a lo largo de este proceso hubo instancias en las que intentó salir del molde “solo para niños”. Lo que se entendía de apto para menores variaba con el pasar del tiempo. En la producción cinematográfica de 1934 a 1968 el Código Hays reglamentaba lo que podía aparecer según fuera aceptado o no moralmente.

Personajes como Betty Boop y Los Picapiedra fueron diseñados pensando en el público adulto, aunque con un éxito limitado. Este statu quo persistió hasta que el programa de Los Simpson revolucionó la percepción de la animación, demostrando que podía dirigirse con facilidad a las audiencias adultas.

Un medio para todos

Hoy la animación es reconocida por su atractivo universal. La era moderna ha visto el surgimiento de programas orientados a todo tipo de edades que ofrecen temas sofisticados y narrativas complejas que son apreciadas universalmente. Uno de los ejemplos más claros es Avatar: el último maestro aire.

Aunque la percepción de este medio como algo para niños se estableció a temprana edad, su evolución ha presionado constantemente contra este límite. Desde sus comienzos en las tiras cómicas hasta su estado actual se ha vuelto un arte amado universalmente: el viaje de la animación ha demostrado su capacidad para cautivar a audiencias de todas las edades.