LA CATRINA

La Catrina
Compartir

La muerte siempre llega puntual.

José Guadalupe Posada nació el 2 de febrero de 1852 en Aguascalientes. Desde joven mostró aptitudes para el dibujo y la litografía, y trabajando como aprendiz cultivó los oficios de ilustrador, grabador y caricaturista. A fines del siglo XIX e inicios del XX se hizo famoso por sus litografías populares, sus “calaveras” —esqueletos caricaturescos vestidos o ambientados en escenas de la vida cotidiana— con un fuerte contenido social y satírico.

Este era un periodo de tensiones en México: el régimen de Porfirio Díaz promovía la modernización, la influencia europea, una élite que aspiraba a modos de vida foráneos, y al mismo tiempo se intensificaban las desigualdades sociales y el descontento popular.

En este contexto, Posada plasmó con humor, ironía y crudeza muchas de esas tensiones mediante grabados que circulaban en hojas volantes, periódicos populares y litografías de gran difusión.

Una de las estampas más célebres de Posada es la que hoy conocemos como La Catrina. Sin embargo, su título original no era ese. Según las investigaciones más rigurosas, el grabado se llamaba en un primer momento La Calavera Garbancera o simplemente “la garbancera”.

El término “garbancera” se usaba despectivamente en aquella época para designar a mujeres —frecuentemente mestizas o indígenas— que teniendo raíces populares pretendían adoptar costumbres europeas o renegaban de su propia herencia, buscando aparentar clase alta.

El grabado muestra a una calavera femenina ataviada con un elegante sombrero al estilo europeo: plumas, ala ancha, detalles de moda. Pero lo esencial es que sigue siendo un esqueleto: la imagen burla la pretensión de la belleza, de la moda, de la distinción superficial, recordando que la muerte no distingue raza, condición social o riqueza.

Identidad

Según la Fundación Posada la fecha probable de creación es alrededor de 1910-1912, aunque la primera publicación conocida con fecha es de 1913, después de la muerte de Posada, lo que plantea que la imagen fue reproducida ampliamente tras su creación original.

La intención primaria era una crítica dirigida a la élite y a quienes adoptaban modos de vida foráneos, un “mensaje visual” que decía, en esencia: no importa lo que vistas o aparentes, al final eres igual ante la muerte.

Como se señala, Posada apuntaba que “la muerte es democrática; ya que, al fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”.

Aunque Posada creó la imagen, el nombre La Catrina no fue obra suya. Estudios señalan que él no titulaba siempre sus grabados; frecuentemente los títulos los añadía el editor o el volante en que aparecían. El término “catrín/catrina” en México aludía a un hombre o mujer elegantemente vestidos, de modas europeas, de sociedad. Así, “catrina” vendría a significar “dama de la alta sociedad”.

Fue el muralista Diego Rivera quien en su icónico mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947) situó a la figura junto a Posada y la bautizó popularmente como La Catrina, transformando a “la garbancera” en símbolo nacional. Así, la imagen original de crítica social devino en icono cultural del pueblo mexicano, especialmente asociado con la celebración del Día de Muertos.

Con el paso del tiempo la figura de La Catrina trascendió su origen satírico. Se volvió un símbolo prácticamente universal del Día de Muertos: aparece en altares, calaveras de papel maché, disfraces, desfiles, arte popular, artesanía…

En México y en muchos países del mundo se reconoce la silueta —calavera, elegante sombrero, vestimenta señorial— como parte del imaginario festivo y simbólico.

Además, los estudios muestran que Rivera, al incorporar a La Catrina en su mural, añadió elementos indígenas (como la estola de plumas que alude al dios Quetzalcóatl) para convertirla en un símbolo más amplio de la nación mexicana, no solo de la burla social. Así, La Catrina se reelaboró: de ser un grabado popular satírico pasó a ser una imagen patrimonial, festiva, identitaria.

José Guadalupe Posada falleció el 20 de enero de 1913 en la Ciudad de México. No gozó de enorme reconocimiento en vida, pero su obra fue recuperada y valorada por las generaciones siguientes de artistas mexicanos.

Esta figura —como las del Santo, Pedro Infante, Frida Kahlo, Cantinflas y la virgen de Guadalupe— es parte sin duda de nuestra identidad cultural. ¿O tú qué piensas?

×