DESARROLLO TECNOLÓGICO: CONTRA LA LINEALIDAD DEL PROGRESO

“Inventar e innovar son dos acciones distintas”.

Desarrollo tecnológico
Columnas
Compartir

La tecnología despierta un gran optimismo en muchas personas. Cada nuevo producto que se jacta de presumir un considerable desarrollo tecnológico y sale al mercado suele ser recibido de manera positiva por ciertos sectores de la sociedad. Todavía predomina la idea de que la novedad implica innovación y, por ende, una mejora respecto al pasado.

Así, por ejemplo, se cree que la Inteligencia Artificial (IA) generativa promete un mejor futuro. Énfasis en se cree. Solo hay que ver la venta de suscripciones de los diferentes chatbots: se promocionan a partir de las mejoras que ofrecen en comparación con los modelos anteriores y la competencia.

Difícil es encontrar un producto tecnológico perfecto, pues los errores siempre estarán presentes, por más que se siga inventando. Erróneamente, se piensa que los avances siguen un proceso histórico lineal; es decir, un camino siempre ascendente, como si la invención siguiera un orden preestablecido de progreso. Si lo vemos superficialmente, tiene sentido, ya que al observar el pasado uno puede decir: “Miren, antes no existían los aviones y ahora sí”. Es válido, pero para llegar a esa visión se tuvo que innovar constantemente hasta convertir al avión en el transporte eficiente que es hoy.

Esto ocurre porque, en tecnología, inventar e innovar son dos acciones distintas, fuertemente apegadas a su contexto histórico y social. Regresemos al ejemplo del avión: si miramos 100 años atrás veremos que efectivamente hemos avanzado; pero ¿qué pasa si miramos hace tres o cuatro décadas, cuando existía el Concorde, aquel avión supersónico de pasajeros retirado en 2003? En la actualidad no hay ningún avión comercial capaz de superar su velocidad.

Convergencia

Ahí vemos dónde esa idea de la tecnología lineal tiene sus trabas. Ocurre algo interesante: lo que parece pasado se vuelve futuro. Es una operación realizada desde el presente, por supuesto, donde observamos tecnologías del ayer que resultan “mejores” que las de ahora. Y si en nuestro interior todavía persiste la noción del futuro progresista, entonces aquello que consideramos superior debería estar adelante en el tiempo, y no atrás.

Esto no significa que la aviación esté en retroceso, sino que se buscan vías alternas y más eficientes conforme a distintos intereses y necesidades. Ahora volar es más seguro que hace 40 años y se espera que en un futuro cercano las aerolíneas empleen aviones sostenibles. Entonces, más que una línea ascendente, la historia de la tecnología está llena de altibajos, pausas, cambios y bucles.

Un fenómeno similar ocurre con la IA generativa, la gran protagonista reciente. Aunque parezca haber surgido de la nada como un milagro moderno, sus cimientos matemáticos datan de mediados del siglo pasado. Lo que vivimos hoy no es la aparición espontánea de una inteligencia superior, sino una convergencia de capacidad de cómputo y datos masivos, puesta al alcance del público (en diferentes niveles, pues los mejores modelos son de pago) gracias a una feroz competencia de mercado, diría que muy agresiva.

Es cierto que la globalización nos ha conectado más con el resto del mundo en torno de los avances tecnológicos; aun así, estos siguen dándose de manera no lineal. Uno nunca sabe si en cinco, diez o 20 años WhatsApp y los celulares serán reemplazados por métodos de comunicación más complejos o innovadores. Incluso no sabemos cuánto durará el boom actual de la IA generativa y lo que seguirá.

×