LA NOVELA DE FOLLETÍN: UNA LECTURA DECIMONÓNICA

“Conexión peculiar entre la obra, el escritor y los lectores”.

La guerra de los dos mundos
Columnas
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Pocas obras definen tanto el imaginario de la invasión extraterrestre como La guerra de los mundos (1898), de H. G. Wells. Me atrajo porque fue de las primeras obras en plantear un escenario de contacto antagónico entre extraterrestre y humano como dispositivo narrativo, un motivo que después se volvió común en las historias de ficción.

No obstante, la gran contribución de H. G. Wells a la ciencia ficción, que puede explorarse desde distintos ángulos, en este texto me interesa más la manera en que se publicó la obra: como una novela de folletín. A diferencia de ahora, antes no era raro que varios novelistas publicaran por entregas en revistas, periódicos y semanarios, dividiendo así la historia en partes.

De este modo, la lectura periodística se componía tanto de anuncios, temas políticos, económicos y sociales como de varias de las novelas más famosas del siglo XIX.

A Charles Dickens se le debe la popularización del formato con su célebre The Pickwick Papers (Los papeles póstumos del Club Pickwick), que se publicó mensualmente entre 1836 y 1837.

En México, por ejemplo, varios autores publicaron sus escritos por entregas. Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano apareció de manera seriada en el semanario El Renacimientodurante 1869, por ejemplo. En suma, fue una literatura muy popular a lo largo del siglo XIX.

En el caso de La guerra de los mundos, esta se publicó en nueve entregas, de abril a diciembre de 1897, en Pearson’s Magazine (la misma revista donde se publicó la famosa entrevista Díaz–Creelman en 1908). Así, los lectores interesados en la obra tenían que esperar un mes para continuar con la trama.

Continuará

Dicho lo anterior, la novela por entregas suponía un gran reto tanto para su autor como para la revista que la publicaba. Cada entrega debía ser lo suficientemente atractiva para enganchar al público y garantizar la suscripción para el siguiente número. Por ello, los capítulos tendían a cerrar de modo que el lector se quedara con ganas de más.

En La guerra de los mundos la primera publicación concluye con una multitud que rodea el cilindro que contiene a uno de los invasores: un momento de tensión creciente, justo antes de que comience el ataque a la humanidad. La entrega cierra, además, con un recordatorio al lector: “(Continuará en nuestro número de mayo)”.

El formato serializado también implicaba un contacto más directo y continuo entre la obra y el lector. Tal como lo señala el investigador Jared Gardner (Serial Fiction and the Novel, en The American Novel 1870–1940), la lectura serializada mostraba un nivel de conexión peculiar entre la obra, el escritor y los lectores. El público discutía la obra, hacía predicciones sobre la próxima entrega e incluso algunos enviaban sus comentarios al autor o la autora con la esperanza de que los tomara en cuenta para el capítulo siguiente. Era, por así decirlo, un texto bastante interactivo. Hoy el formato serializado se aprecia más en la televisión, mas no ha desaparecido en la literatura gracias a internet y a nuevos formatos de publicación.

H. G. Wells logró captar a sus lectores y para 1898 la obra se publicó por primera vez en libro. Otras obras no encontraron tal fama, quedando “ocultas” en los diarios que ahora se resguardan en los archivos. Mas no están perdidas, pues siempre es posible que un curioso, por accidente, o un investigador en busca de fuentes las devuelva a la circulación y les encuentre nuevos lectores.

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