En estos días se discute si la presidenta Claudia Sheinbaum aceptará o no la invitación del nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, para acudir a la cumbre del G7 en Alberta. Ojalá que asista.
Más allá de la coyuntura y lo que ya han comentado múltiples analistas sobre la oportunidad de sostener encuentros personales tanto con Donald Trump como con el propio Carney, me parece que es deseable para la salud de la relación México-Canadá en el largo plazo.
Se ha comparado esto con la inasistencia de la titular del Ejecutivo a la reinauguración de Notre Dame o a los funerales del Papa. Me parece que la relación con Canadá es infinitamente más importante para México que la relación con Francia o El Vaticano. De ahí que resulte valioso el gesto de no desairar a Carney.
Y es que a la luz de la transformación del sistema internacional propiciada por el trumpismo es deseable para México repensar el futuro de su relación con Canadá. No solamente como un diseño de aspiraciones teóricas, sino más urgente: como estrategias específicas con objetivos concretos para el corto, mediano y largo plazo.
Primero, ¿es factible avanzar en la relación más allá de lo meramente comercial? Por ejemplo, hay que asegurar una mayor presencia mexicana en las provincias, pues fueron gobernadores de las provincias quienes parecían más interesados en deslindar a México del TMEC, lo cual quiere decir que no hay cabildeo alguno ni de nuestras representaciones diplomáticas ni de las organizaciones empresariales, culturales, universitarias, artísticas, etcétera. Conviene a México una presencia más amplia en Canadá, más allá de Ottawa.
Segundo, ¿es posible instrumentar una mayor cooperación bilateral en materia de seguridad? Cada vez que en México se habla de cooperación internacional para temas de seguridad se alza la voz del nacionalismo que condena el intervencionismo yanqui. Bien, ¿pasaría lo mismo si esa cooperación se intensificara con Canadá? Considero que no.
Coyuntura favorable
Tercero, ¿puede México establecer mecanismos de consulta y trabajo permanente con Canadá al más alto nivel con la finalidad de alcanzar metas compartidas en la relación con Estados Unidos? Mi impresión es que sí. Podría fijarse un espacio de observación permanente de la política norteamericana para impulsar conjuntamente metas de cabildeo bilaterales en Washington. En otras palabras, trabajo compartido que se dirija, por ejemplo, a los grandes grupos mediáticos estadunidenses para mejorar la imagen de ambos países entre la población estadunidense.
Cuarto, dispositivos de intensificación del intercambio académico y cultural. Sobran las oportunidades para México de aprovechar acercamientos con universidades canadienses, en especial ahora que el trumpismo está expulsando a los estudiantes extranjeros de su sistema universitario. El problema ciertamente es la barrera del idioma. Esto debería detonar un programa nacional serio de enseñanza y aprendizaje del inglés (y tal vez un poco del francés), con ayuda de autoridades educativas canadienses.
México tiene una coyuntura favorable para enriquecer una alianza de largo plazo si asume la voluntad política de hacerlo y, de paso, robustecer su permanencia definitiva como socio de América del Norte. Canadá es una puerta para garantizarle a los mexicanos un futuro más próspero y seguro. Vale la pena abrirla.