La historia de las mujeres indígenas en la política mexicana es sinónimo de resistencia. Durante décadas han sido discriminadas y marginadas, víctimas de violaciones a sus derechos civiles, económicos, sociales y culturales. Pese a todos los obstáculos, son lideresas en sus territorios, defensoras de su cultura, tradiciones y recursos naturales.
En México viven más de cinco millones de mujeres indígenas que no necesitan ser rescatadas; lo que exigen es respeto. Respeto a sus derechos político-electorales, para que nunca más sean silenciadas.
En este contexto, conversé con la senadora Celeste Ascencio, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la cámara alta.
De origen purépecha y nacida en Paracho, Michoacán, es licenciada en Derecho y Ciencias Sociales. Activista por los derechos de los pueblos indígenas y luchadora por la defensa de la comunidad LGBT, fue secretaria de Diversidad Sexual en Michoacán, diputada federal en 2018 y 2021, y hoy encabeza una de las comisiones clave en la agenda nacional, impulsando la igualdad, la justicia y la inclusión.
Su propia historia refleja los muros que aún enfrentan las mujeres en política. “Todavía sigue habiendo compañeros que se sienten un poquito desplazados porque ahora también nosotras estamos en el centro de la toma de decisiones. Todavía, al menos en Michoacán, sigue habiendo ciertas resistencias. Sin embargo, también ya el gobernador afirmó que él será el último mandatario estatal hombre, porque es justamente el momento de dar paso a que en Michoacán se tenga también a la primera gobernadora de la historia”, dice Ascencio.
Recuerda lo que vivió en su tierra: “En 2015 nos tocó salir a buscar mujeres que se lanzaran como candidatas. Y sobre todo en mi región, que es la Meseta Purépecha, nos decían: ‘Tengo que pedirle permiso a mi esposo’. Y muchas ocasiones, después de que les dábamos unos días para que hablaran con su esposo, regresábamos, y nos decían: ‘No me dejó’”.
Compromisos
El camino ha sido duro, pero también de conquistas. “Logramos una votación histórica para el Senado de la República en Michoacán, con más de un millón de votos… Demostramos que las personas pueden votar por un perfil, independientemente de orientaciones sexuales o del género. Y eso es muy importante”.
Con orgullo, subraya que ha roto con los estigmas: “Escuché el ‘no van a votar por ti, porque no te conocen, porque eres muy joven’; ‘¿cómo le vas a hacer para sacar una campaña estatal si no tienes dinero?’; ‘no van a votar por ti porque eres lesbiana’. En fin, muchísimas cosas del porqué no iban a votar por mí”, afirma.
Hoy impulsa una agenda de paridad real. “Hemos coincidido diferentes compañeras en que la paridad de género debe estar representada, tanto en el Congreso federal como en los Congresos locales. Y en este caso también la paridad real se vería representada solamente teniendo 50% de gobernadoras en las entidades”.
Para ello, afirma, es indispensable que las mujeres que ocupan cargos lleguen con compromisos claros: “Todas las mujeres que llegamos a un encargo de toma de decisiones deberíamos llegar con una agenda en materia de paridad de género y de igualdad sustantiva”, dice convencida.
Celeste no olvida a quienes la antecedieron: “Tuvimos abuelitas que no votaban cuando eran jóvenes; tuvimos madres que afortunadamente ya tuvieron la oportunidad de estudiar; y ahora nosotras somos herederas de esa lucha y de que no se nos diga que no”, señala.
Romper techos de cristal, asegura, es mucho más que una metáfora: “Desde mi óptica, es como que realmente estás rompiendo piedras, estás rompiendo montañas y estás básicamente rompiendo un montón de machismo, de misoginia, de estigmas, de estereotipos que nos habían tenido a las mujeres como si estuviéramos hasta cierto punto enjauladas”.
La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República concluye: “Insisto muchísimo en esta frase de una política de Buenos Aires, Argentina, de Eva Perón: “Donde existe una necesidad, nace un derecho”. Y entonces en México tenemos tantas necesidades que deben nacer muchísimos nuevos derechos. Pero no basta solamente una legislación acorde a nuestra realidad, sino que también hace falta que esa legislación realmente se aplique”.
La voz de Celeste Ascencio confirma que la resistencia de las mujeres indígenas se ha convertido en agenda política nacional. Una agenda que exige respeto, igualdad y justicia real.