LAS PRECAMPAÑAS POR LA PRESIDENCIA ACABAN

Samuel Rodríguez
Columnas
FIN DE PRECAMPAÑAS

En la etapa final de las precampañas por la Presidencia de la República, Xóchitl Gálvez metió el acelerador e invitó a debatir a Claudia Sheinbaum, aludiendo a que sería posible si le daban permiso.

Pero no fue lejos por la respuesta: por supuesto que la precandidata oficial aseveró que asistirá y que no necesita permiso.

Obviamente que los debates oficiales serán vitales para ambas candidatas.

En tanto, Jorge Álvarez Máynez ni siquiera alcanzó a despegar en los pocos días de precampaña, por más que en el discurso de la generación del cambio y el fosfo-fosfo traten de demostrar lo contrario.

Al momento la disputa real es entre Sheinbaum y Gálvez, quienes no tendrán que salir a atajar fuegos ni desgastarse de manera innecesaria en busca de sus candidaturas.

Mientras, las labores de vocería no serán desempeñadas por Gerardo Fernández Noroña ni por Max Cortázar, porque Tatiana Clouthier resurgió a la esfera política y asumió la vocería oficial de Sheinbaum, retomando así, aunque de manera parcial, el papel fundamental que desempeñó durante la campaña presidencial de 2018, un hecho que permite apreciar la cercanía que tiene con Claudia.

Del lado de Gálvez su jefa de oficina, Kenia López Rabadán será quien asuma las funciones de vocera, con una encomienda similar.

Ambas, Clouthier y Rabadán, tendrán una amplia y compleja exposición mediática con la que buscarán que sus respectivas representadas no se desgasten, ni pongan en riesgo su imagen.

Saldrán a aclarar y a hacer las precisiones necesarias y, llegado el caso, tomarán parte en los debates y foros donde sea necesario frenar un denuesto o corregir una información.

Etapa

Por donde se vea, los equipos están casi conformados y la etapa de calibración de operaciones y estrategias por cada bando avanza sustancialmente.

Ahora solo falta esperar la etapa de los registros y posteriormente el inicio de las campañas formales que permitirá a las participantes comenzar a realizar labores de proselitismo con todos los sectores de la sociedad.

Una parte por demás interesante en el proceso será ver la forma en que las casas de encuestas tratan de predecir el comportamiento social con base en ejercicios que difícilmente rebasan 1% del universo de votantes.

Olvidan que lo que realizan son solo predicciones y que el resultado de la jornada electoral, en favor de cualquiera de las participantes, no depende de sus militantes o simpatizantes, que en conjunto no representan ni cinco millones de votos seguros.

Quien se alce con el triunfo será no quien trate de asegurar en el discurso que lo tiene seguro, sino quien logre el 2 de junio hacer que el mayor número de votantes salgan a ejercer su derecho al voto.

Asimismo, habrá que seguir con especial atención el comportamiento de los votos de las personas privadas de su libertad, así como el que se ejerce desde el extranjero.

Pero sin duda, el verdadero reto es lograr que quien gane el derecho de portar a partir del 1 de octubre de 2024 la banda presidencial tenga más votos que el abstencionismo, al que hasta el momento, por más que se quiera presumir de victorias arrolladoras, ninguno de quienes se asumieron como ganadores en el pasado ha logrado siquiera igualar.