LOS COLORES DE CLEOPATRA

“Cuestionar ciertas perspectivas del pasado”.

Ignacio Anaya
Columnas
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Hace tiempo se generó controversia en redes sociales por la decisión de elegir a una actriz negra para interpretar el papel de la famosa gobernante de la dinastía ptolemaica en Egipto. Muchas personas mostraron su inconformidad argumentando que el personaje, por su ascendencia griega, en realidad era de tez caucásica. Finalmente el debate centró su mirada en una cuestión de razas. El color de piel de la reina egipcia no es un tema y resulta interesante ver resurgir debates de los siglos XIX y XX en torno de tan relevante mujer.

Para empezar hay que hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué hablar de la raza de personas en un periodo donde prácticamente este concepto no era de mayor relevancia? Es importante recordar que las nociones modernas de raza no existían durante la época de Cleopatra. Se reconocían las diferencias culturales y de regiones, pero no las agrupaban en las categorías raciales actuales.

Estas discusiones sobre Cleopatra se basan en una proyección anacrónica de conceptos actuales para categorizar la antigüedad, parte de todo un proceso histórico alrededor de la posición de la gobernante egipcia para diferentes sociedades, en las que lo blanco y lo negro tenían connotaciones distintas.

La investigadora de Egipto y de Cleopatra, Arienne King, establece que trazar la ascendencia y apariencia de este personaje resulta una labor limitada y ambigua. Su árbol genealógico incluye ancestros de diversas regiones, como griegos, macedonios, persas, sogdianos y nobles del Ponto. Por eso en realidad no se sabe cómo era físicamente Cleopatra. Asimismo, la historiadora argumenta que a pesar de la existencia de imágenes de ella en monedas, bustos y pinturas de la época o cercanas temporalmente la diferencia entre una pieza y otra hace difícil tener una idea a ciencia cierta sobre su verdadera apariencia, al igual que la falta de fuentes contemporáneas que la describiesen.

Influencia

Tal vez el único error sea apelar al formato educativo y veraz, supuestamente, de un documental. No obstante, mostrar a una Cleopatra negra, al igual que a una blanca, dicho sea de paso, cae en los mismos niveles de ficción. Por ello, no importa su color: ninguna es la “histórica”.

El conflicto en redes sociales sobre la elección de una actriz negra para interpretar a Cleopatra pone de manifiesto las tensiones y expectativas en cuanto a la representación histórica en la cultura popular. El hecho de que recientemente Arienne King haya respondido en foros preguntas sobre el color de la gobernante dice mucho sobre el dominio de la raza, categoría obsoleta en las humanidades, en el cine y redes sociales, sobre todo en grupos que la usan para generar controversia.

Este debate en torno de la apariencia de Cleopatra muestra cómo las ideas modernas de raza influyen en la forma en que se observa la historia, muchas veces opacando la riqueza y diversidad de las antiguas civilizaciones. Elegir a una actriz negra para interpretar a la gobernante de la dinastía ptolemaica es un recordatorio de lo importante que es cuestionar ciertas perspectivas del pasado, evitando caer en narrativas simples y desestructuradas que suelen predominar en las representaciones históricas de la cultura popular.

Sin la evidencia necesaria no se debe determinar el color de piel o la ascendencia de Cleopatra, sino comprender que en la antigüedad las fronteras eran mucho más flexibles de lo que las categorías raciales actuales nos hacen creer.