LOS VECINOS DE LA DISCORDIA

“Ambas posturas comienzan a ampliar las grietas que ya existían”.

Juan Pablo Delgado
Columnas
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Como buen regiomontano siempre he creído que la vecindad con Estados Unidos nos ha servido para mejorar a México. Lo digo sin remordimientos: desde pequeño he considerado que —al menos en cuestiones culturales— los gringos son infinitamente… mejores. O díganme, ¿prefieren ustedes a The Doors o a Luis Miguel? ¿A Francis Ford Coppola o a René Cardona? ¿Ver Rebelde o Breaking Bad? ¡Caso cerrado!

La gran noticia es que después de numerosas décadas el soft power de los gringos parece haber permeado a todo el país, sea en la ropa que usamos, la gastronomía y el entretenimiento. Hoy nadie podría negar que los lazos entre México y EU se encuentran más estrechos que nunca.

Lo paradójico es que justo cuando nuestra cercanía cultural es tan fuerte y justo cuando existe la posibilidad de dar un gran paso hacia la integración de Norteamérica —donde exista el libre tránsito de productos, trabajadores y capitales— nos encontramos en una de las peores épocas en la relación bilateral. En ambos lados de la frontera diversos funcionarios públicos se atrincheran en una guerra de palabras. Una espiral de destrucción diplomática que ha llegado a las amenazas de una invasión militar.

Para los gringos el principal problema es la epidemia del fentanilo: una droga sintética que mata a cerca de 80 mil personas al año y que ingresa desde México. De nuestro lado la respuesta ha sido digna de Juan Escutia: nos hemos envuelto en la bandera del patrioterismo y la soberanía para denunciar la supuesta injerencia del Imperio Yanqui.

Oportunidad histórica

El problema es que ambas posturas comienzan a ampliar las grietas que ya existían desde el inicio de la actual administración. Hace un par de meses la directora de la DEA, Anne Milgram, sin tapujos dijo que México “no coopera” en las acciones contra los cárteles de la droga, agregando que no están obteniendo información sobre decomisos de fentanilo. Sumado a esto, un informe de la DEA indicó que los cárteles de Sinaloa y Jalisco son ahora las principales amenazas globales contra EU. ¡Lo que nos faltaba!

Pero esto es apenas el principio. El secretario de Estado, Antony Blinken, comentó recientemente que no existe duda de que el narco controla partes de México; y bajo cuestionamientos del senador Lindsey Graham aceptó que el gobierno de Biden estudiará calificar a los cárteles como organizaciones terroristas. El mismo Graham también declaró que “México es un narco-Estado terrorista”.

Quizá para algunos esto sea mera politiquería. Que estando aquí y allá en las precampañas presidenciales para 2024 uno podría esperar este tipo de retórica.

Pero a mí me parece que aquí hay algo más destructivo. Cada día se suman más voces que piden a Washington tomar medidas más fuertes contra México. El congresista de Texas, Dan Crenshaw, consideró que el ejército de EU debe intervenir en México para combatir a los cárteles de la droga. El exsecretario de Estado, Mike Pompeo, propuso usar drones para atacar a los cárteles. Incluso Donald Trump, quien seguro será el candidato presidencial republicano el próximo año, ha pedido que se elaboren planes bélicos para eventualmente atacar a México y terminar con el problema del fentanilo.

Digan lo que quieran, pero esto no es normal. Desde que tengo memoria siempre han existido desencuentros entre ambos países, pero nunca se había visto un escenario tan descompuesto.

Quizá lo más trágico es que ahora, cuando resulta fundamental profundizar la unión de Norteamérica para hacer frente a China y otros retos geopolíticos, estemos hablando de guerra entre vecinos.

No hay duda de que estamos perdiendo una oportunidad histórica para crear una verdadera unión norteamericana que traiga prosperidad para todos. Pero bueno, al menos podremos ir a dormir tranquilos sabiendo que podremos ser un país cada día más pobre y aislado, pero por lo menos somos “soberanos”. ¡Faltaba más!