REPERCUSIONES MADE IN USA

Guillermo Deloya
Columnas
MIGRACIÓN USA

A veces los elementos y las circunstancias confluyen para formar una tormenta perfecta. Este podría ser el caso de aquello que está ocurriendo respecto del problema migratorio y la coincidencia con los tiempos electorales en Estados Unidos y en nuestro país. Tales complicaciones podrían provocar crisis de seguridad, económica e incluso humanitaria, que en los tiempos de una elección mucho se capitalizan por el desánimo ajeno contaminado por lo político, pero también se vuelven problemas de compleja atención en razón de los recursos que precisan para su resolución positiva.

El principal argumento que pesa como una funesta consecuencia sería el denominado “cierre” de la frontera norte. Esto, más allá de entenderlo como un cese absoluto de comercio y personas, tendría una repercusión sumamente delicada para México.

Cerrar la frontera norte implicaría que toda persona que ilegalmente busque cruzar hacia EU, independientemente de su nacionalidad, sería devuelta de forma inmediata a nuestro país. Seríamos una vasija que recibiría a todos aquellos que los vecinos del norte rechacen.

Esto nos puede colmar de un número incontable de hondureños, salvadoreños, venezolanos, haitianos, africanos y de muchos otros nacionales de países que están en el intento de lograr ese cruce. La consecuencia sería complicada al tener en cuenta también que la frontera sur ha ido relajando su solidez para convertirla en un punto permeable por donde el tránsito de personas constituye una puerta abierta hacia un destino en el norte que estará cerrado a piedra y lodo. El que miles de personas queden atrapadas en este espacio geográfico, tarde o temprano ocasionará una crisis de dimensiones desconocidas.

México, de entrada, no se encuentra listo para una situación así; de hecho, estaríamos hablando de miles de personas en calidad de refugiados, quienes tendrían que encontrar atención para su supervivencia a nivel de albergues, que implican a su vez contar con una base de sustento mínimo mediante comida, medicinas, vivienda temporal y ocupación.

Desesperanza

El pensar en una amigable composición de este tema se ve por igual distante. Las señales que anteceden a una determinación de EU no han sido de ninguna manera amistosas. En principio, por la actitud y acciones adoptadas por quienes del lado norteamericano tienen enfrente este problema. El gobernador de Texas, Greg Abbott, raya en lo medieval al colocar alambres de púas en el cauce del Río Bravo para evitar los cruces, pero además la promoción de un sentimiento antimigrante ya lleva a la violencia ciudadana hacia aquellos que logran ubicarse en territorio texano.

Por otra parte, tanto Donald Trump en su calidad de seguro aspirante a la presidencia norteamericana, como Joe Biden como actual presidente, han llevado a colocar la migración como un real peligro para los intereses estadunidenses. En el caso de Trump se apuntala con la posición radical de varios republicanos que incentivan este rechazo en aras de ganar preferencias en lo electoral. Biden por su lado se ve cada vez más presionado para endurecer su propia posición para evitar la percepción de tibieza, misma que ya le achacan tanto republicanos como demócratas.

Y ante este escenario de juicio sobre las políticas y capacidad de México para contener este fenómeno la diplomacia no ha sido especialmente adecuada para paliar los efectos negativos del embate. Las loas dedicadas a gobiernos autoritarios, la diatriba destinada a EU por la polémica del narcotráfico y otros temas nos distancian, más allá de avenirnos en un momento complicado.

Y finalmente habrá que reflexionar que en ese escenario de recriminación y castigo propinado por los vecinos del norte no existe un paliativo para subsanar los profundos requerimientos que en recursos serán necesarios si es que esos miles de personas se quedan estancadas en México. La infraestructura de atención tendría que ser adecuada para evitar que problemas como el crimen y la vagancia se estacionen en distintas ciudades de paso y fronterizas.

Pero no tendremos que esperar mucho, pues basta ver la situación actual de Ciudad Juárez, Reynosa, Ojinaga, Acuña y algunas otras que se colman de migrantes estancados en la incertidumbre y la desesperanza.

Apelar a la cooperación y a la atención inmediata es fundamental: tenemos enfrente un gran reto que llega en un complicado momento.