PAZ Y REPRESIÓN

Ignacio Anaya
Columnas
PAZ Y REPRESIÓN

¿Hasta qué punto es aceptable que un gobierno imponga medidas para garantizar la seguridad? Porfirio Díaz es una figura que genera opiniones divididas en la historia de México. Para algunos, un dictador temible; para otros, un líder de prosperidad. Al hablar del Porfiriato no se puede ignorar la dualidad entre violencia y paz durante su gobierno. Estos elementos forman la esencia de lo que se conoce como la pax porfiriana.

Díaz, consciente de la inestabilidad política previa a su mandato, adoptó medidas estrictas para mantener la estabilidad. Su gobierno se caracterizó por dos estrategias principales frente a sus opositores: la conciliación y la negociación, logrando un equilibrio entre diferentes facciones políticas.

No obstante, en caso de fallar, recurrió a tácticas autoritarias y represivas. Ejemplo de ello fue el incidente en Veracruz, donde la orden de ejecutar a conspiradores demostró su firmeza. Las comunidades indígenas, especialmente los yaquis y los mayas, sufrieron enormemente bajo estas políticas.

La política de Díaz en ese aspecto era tal, que el presidente no dudaba a la hora de dictar la ejecución sumaria y arbitraria de quien representara una amenaza contra lo que había construido. Las resistencias de las comunidades originarias fueron de los sectores más golpeados, especialmente los yaquis, de Sonora, y los mayas de Yucatán. Varios fueron los yaquis que terminaron deportados al sur de México a trabajar en condiciones penosas en las haciendas de henequén.

La base detrás de la pax porfiriana no era completamente original. Este concepto ya había sido perseguido por gobiernos previos en México, especialmente después de la victoria de la República sobre el Imperio liderado por Maximiliano de Habsburgo.

Pregunta

Bajo la administración de Díaz la búsqueda incansable de la paz, sin importar el costo, se convirtió en un objetivo primordial. Esta paz era, en muchos aspectos, una imposición sobre las clases altas y un régimen estrictamente controlado para el pueblo. La élite gobernante liberal fortaleció su dominio a través del Estado, concentrándose en desactivar cualquier forma de oposición política, buscando el reconocimiento en el ámbito internacional y trabajando hacia una estabilidad económica moderada.

La prensa también desempeñó un papel importante en promover la imagen de un gobierno de estabilidad gracias a la administración de Díaz. El 4 de mayo de 1907 el periódico El Tiempo escribió: “El secreto de la paz porfiriana radica precisamente en que el señor general Díaz ha procurado incesantemente la coordinación de tanto elemento adverso (…) Cuando los siglos venideros contemplen la reintegración completa de la nacionalidad mexicana, reconocerán que su primer iniciador fue el señor general Díaz, cerrando el periodo agudo nuestras luchas sociales”.

En conjunto, estas políticas y estrategias delinean la complejidad del Porfiriato, marcado por una mezcla de modernización y autoritarismo, y cuestionan el balance entre seguridad y libertad en un gobierno.

La pregunta sobre la legitimidad de las medidas de seguridad impuestas por Díaz sigue resonando en la actualidad. ¿Es justificable sacrificar la libertad y los derechos humanos en nombre de la estabilidad y el progreso económico? Esta pregunta se hace aún más pertinente cuando la lucha por la democracia y los derechos humanos continúa siendo un tema central.