La noche del 2 de junio, por donde se vea, es evidente que el resultado de la elección presidencial estará definido. Y quien inicie su gestión el 1 de octubre de 2024 tendrá frente a sí un panorama por demás complicado, sobre todo en lo económico.
En principio porque se da por hecho que se mantendrán los programas sociales e incluso podrían incrementarse, lo que se traduce en el requerimiento de un volumen importante de recursos que, al menos hasta donde se percibe, no están del todo garantizados y requerirán de la realización de una reforma fiscal profunda.
Las becas y pensiones son necesarias para un elevado número de ciudadanos, sobre todo de los sectores más desprotegidos, pero para poderlas brindar es fundamental tener los recursos económicos necesarios. Además, por supuesto, de finanzas sanas que eviten que el país caiga en una espiral de endeudamiento riesgosa.
Por otra parte, el punto de confluencia que existe entre todos los candidatos de brindar a la población servicios de salud y garantizar el abasto de medicamentos, también está ligado al ejercicio de un gasto gubernamental elevado. Sobre todo si se considera que no son pocos los habitantes que carecen de acceso a los servicios de salud, en concreto del IMSS y el ISSSTE.
La primera gran duda que habrá de despejar con claridad quien gane la rifa del tigre que representa la jornada electoral, será de dónde saldrán los recursos económicos necesarios para sostener los programas sociales y brindar a la población acceso a los servicios de salud y abasto de medicamentos.
Asimismo, en el aspecto puramente económico hay que considerar que hasta ahora el peso ha tenido un comportamiento positivo, que de manera directa ha permitido al gobierno federal operar de manera adecuada. El Banco de México ha mostrado mesura, pero lo cierto es que el crecimiento de la economía no ha sido el esperado, en tanto que la inflación ha mermado la capacidad de compra de la población, en tanto que si bien el salario mínimo ha registrado un aumento considerable e histórico, en términos reales está lejos aún de ser suficiente para cumplir con lo establecido en la Ley Federal del Trabajo.
Comprometidos
Al momento, México ha logrado de manera indirecta —es decir, sin que ello se pueda atribuir a un logro gubernamental— que la paridad peso-dólar vaya a la baja, así como que las remesas que los paisanos envían a sus familiares en México vayan en aumento y sean sostenidas.
Pero en gran medida el comportamiento de las finanzas internacionales impactará tarde que temprano en las finanzas públicas y será un factor que incidirá, sin duda, en la conducción del país durante los próximos seis años.
Las subastas realizadas por el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, así como el acceso a recursos de diversos fideicomisos y entes, aunados a la austeridad, han permitido sostener los programas sociales e incluso sacar adelante obras prioritarias como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la Refinería Olmeca y el Tren Maya.
Pero será hasta que la ganadora de la contienda se ciña la banda presidencial cuando comience a darse cuenta de que se sacó el tigre de la rifa y lo primero que deberá hacer será comenzar a administrar los recursos de las arcas nacionales, que en gran medida están más que comprometidos.
Los puntos de confluencia de quienes aspiran a gobernar el país son claros; lo que está en duda realmente es de dónde deberán salir los recursos necesarios. Y en este punto el hecho de que se cuente o no con una mayoría en el Congreso de la Unión puede ser importante, pero está lejos de garantizar la estabilidad económica y el flujo de recursos que se requerirán para cumplir con los compromisos asumidos.
Ante este panorama la primera gran tarea de quien se ciña la banda presidencial será, sin duda, meterse de lleno al estudio y conformación del paquete económico 2025. Aunque, como ya se acotó, por el denominado gasto corriente y los programas sociales hay poco de dónde echar mano.