EL RIVAL MÁS DÉBIL

Samuel Rodríguez
Columnas
RIVAL

La determinación del INE que obliga a los partidos a postular cinco mujeres y cuatro hombres en las nueve entidades en las que se renovará la titularidad del Ejecutivo estatal en 2024, en el caso de Morena los mostró vulnerables: las cinco mujeres postuladas permiten, en conjunto, recordar aquella expresión de “el rival más débil”.

En todos los casos las representantes de Morena obtuvieron un porcentaje por debajo de 30%, lo que pone en evidencia el gran reto que tendrán frente así, primero como coordinadoras de la defensa de la transformación y luego como candidatas a cuatro gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

De hecho, solo dos mujeres ganaron y tres se colaron mediante la aplicación del criterio de paridad de género.

En Morelos, Margarita González Saravia ganó con 20.4% y el hombre mejor posicionado fue Víctor Mercado con 18.7%. En Veracruz, Rocío Nahle se impuso con 16% ante Manuel Huerta con 15.2%.

Mediante el criterio de paridad de género se colaron: en Jalisco, Claudia Delgadillo con 18.6%, mientras Carlos Lomelí obtuvo 23.9%; en Guanajuato, Alma Alcaraz con 23.4% ascendió ante Ricardo Sheffield, quien obtuvo 24.4%; y en la CDMX Clara Brugada pasó con 26.7%, en tanto que Omar García Harfuch logró un porcentaje de 40.5.

Así, con porcentajes que van de 16 a 26.7%, las coordinadoras de defensa de la transformación tienen una tarea por demás complicada frente a sí. Aunque todo indica, a partir de las constantes referencias que hizo Mario Delgado, que confían mucho en la preferencia electoral que tiene en general Morena como partido.

Un referente que desdeña el peso del candidato o candidata y coloca en primer lugar al partido, en lo que puede ser una apuesta por demás arriesgada.

El dilema

La situación permite apreciar que en Morena el añejo dilema de cuestionar qué debía ser primero, el candidato o el programa, se ha modificado para ponderar el peso del partido frente al candidato, sin dejar de lado por supuesto que en esta ocasión, aunque no estará en las boletas, Morena apuesta al peso e influencia de Andrés Manuel López Obrador entre el electorado.

Para el frente y la oposición en general el panorama es más que evidente: los estados en los que Morena postulará candidatas, a partir de los resultados de las encuestas que hicieron públicos, son el eslabón más débil de la cadena.

Por tanto, ahora tienen ante sí la posibilidad de postular candidatos más competitivos en esas entidades. Y saben con toda claridad que Morena confía más en su peso como partido ante el electorado en general, que en el arrastre de sus candidatas y candidatos.

Además, saben que el peso de las encuestas que realizaron desde el punto de vista de representatividad es por demás elemental, ya que de acuerdo a sus fichas metodológicas previeron a lo sumo, en lo individual, menos de dos mil participantes seleccionados en espacios controlados. Una situación que pone en evidencia lo escaso de sus alcances.

Por otro lado, en lo que hace a la CDMX la apuesta es por demás arriesgada si se toma en cuenta el número de alcaldías que tiene en su poder la oposición y que podrían traducirse en votos en contra.

En tanto que en Veracruz, a partir del panorama de inseguridad y la tensión social que prevalece en su sociedad, evidentemente la apuesta es complicada.

A fin de cuentas solo hay que esperar a ver a qué mujeres postula el frente opositor y a que se realice la jornada electoral para saber si el peso electoral de Morena y López Obrador son suficientes para refrendar la continuidad de la 4T, porque el programa y las propuestas están a la vista de todos.

El electorado solo deberá elegir entre continuidad y alternancia.