RUMBO A LA SOBERANÍA ENERGÉTICA Y LA AUTOSUFICIENCIA

Samuel Rodríguez
Columnas
Copia de COLUMNAS (1920 × 1080 px)-11.png

La reciente adquisición de 13 plantas de generación de energía eléctrica de la española Iberdrola debe ser analizada con calma. A botepronto, si bien se dijo que se trataba de una segunda nacionalización de la energía eléctrica en favor de los mexicanos, lo cierto es que va más allá.

De ahí que los detractores no solo cuestionen el monto de la transacción, por seis mil millones de dólares, sino que traten de advertir que desde el inicio de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se trató de conformar un monopolio en la generación de electricidad. Trastocan el concepto de soberanía y autosuficiencia que persigue el presidente para que México en el rubro de energía no dependa de ningún otro país o de alguna corporación de corte empresarial.

Advierten que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ya tenía control sobre la energía, dejando de lado el hecho de que se tenía que pagar por el fluido eléctrico y con la compra, si bien se hace obligado un desembolso, a fin de cuentas las plantas de Iberdrola pasan a ser propiedad de la nación. Y en consecuencia a conformar parte del patrimonio de los mexicanos.

No se trata de ver si era rentable para la CFE comercializar la energía generada en las plantas de Iberdrola, sino de mirar a futuro para apreciar que la compra garantiza a los mexicanos control sobre la energía.

Otro argumento pretendidamente demoledor es que las finanzas nacionales no pasan por un buen momento, sin considerar que la paridad peso-dólar está en una situación histórica favorable para el país. Además de que esperar a que las arcas nacionales tengan un excedente o estén en condiciones óptimas sería tanto como pretender que todos los grandes proyectos nacionales se retrasen con el argumento de que en términos económicos no es el momento propicio.

Evidentemente, el pago puede representar un reto, pero en su momento el país ha hecho frente a otros retos de igual o mayor proporción. Al menos durante las últimas tres décadas, México y en particular los mexicanos hemos tenido que enfrentar crisis recurrentes y se ha salido adelante. Sin dejar de considerar casos como el Fobaproa y la nacionalización de la banca que representaron un enorme golpe para el bolsillo de las y los mexicanos.

Aspectos generales

En el caso de las 13 plantas que pasan a formar parte del patrimonio nacional, representan un avance singular hacia la autosuficiencia y la independencia energéticas, por lo que la inversión se justifica por sí sola.

Los pretendidos gurúes de la economía y politólogos de café pueden expresar todas las consideraciones que estimen pertinentes sobre el caso, pero lo evidente es que el tiempo, las circunstancias y la historia se encargarán, como lo han hecho en otras situaciones similares, de ubicar la decisión en su justa dimensión.

La venta de las 13 plantas al fideicomiso México Infraestructure Partners parece inquietar a los bisoños, pero al hacerse pública la transacción en principio no se aprecia una falta de transparencia. En este caso lo único cierto es que se evita que el gobierno de México incremente de manera directa la deuda nacional, para dejar la transacción en manos de un fideicomiso.

Situación que llegado el momento deberá explicarse con puntualidad, para esclarecer las causas que llevaron a la 4T a optar por ese esquema de adquisición. Pero en principio lo necesario es brindar a los responsables de la transacción un voto de confianza.

Luego del anuncio de la adquisición el presidente advirtió que es muy importante para los consumidores porque garantiza que no aumente el precio de la luz. El propósito, explicó, es fortalecer a la CFE y ofrecer energía eléctrica a precios justos.

Destacó que su administración cambió el rumbo de la política energética y “nos hemos propuesto ser autosuficientes”.

Por otra parte, hay que considerar que con la operación la CFE pasa de controlar 39% de la energía eléctrica que se produce en el país, a 55 por ciento. Y ello, se quiera aceptar o no, constituye un avance sustancial para ser autosuficientes en la generación de energía eléctrica.

En el caso de la adquisición de las 13 plantas de Iberdrola lo innegable es que representa un reto particular, cuya verdadera trascendencia solo se podrá apreciar con el paso del tiempo. Por el momento, solo resta reconocer los buenos propósitos y el hecho de que la operación se lleve a cabo de cara a la nación.