“SE REQUIERE MAYOR INCLUSIÓN LABORAL FEMENINA EN EL TRANSPORTE PÚBLICO”

Martha Mejía
Columnas
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El sector del transporte tiene una alta tasa de masculinización en América Latina, con solo 15% de participación laboral femenina: la falta de conductoras en la región es uno de los mayores desafíos para el transporte público.

De ahí que se implementen políticas públicas en ciudades como Bogotá, Santiago y Guadalajara para promover la incorporación de mujeres en este sector, señala Gabriela de la Torre Ríos, gerente del proyecto y de la iniciativa internacional TUMI E-Bus Mission para México y Colombia.

—¿Por qué hay mucho menos mujeres que hombres trabajando en el sector del transporte público?

—Responde a un problema estructural que viene de las desigualdades en el diseño del mercado laboral y está vinculado a estereotipos y roles de género. En este sentido, esta política pública que en Jalisco se llama Mujeres Conductoras también tiene una connotación afirmativa porque trata de generar condiciones para que las mujeres puedan acceder al mercado laboral y también garantizar su permanencia en este.

Agrega De la Torre que “es un tema enfocado en las desigualdades económicas que existen desde un ámbito laboral, porque además es importante ver que este tipo de acciones van más allá del transporte: también tienen un componente de inclusión laboral importante para cerrar brechas de género”.

Este tipo de programas, puntualiza, resulta igualmente “estratégico porque tiene un componente educativo y de formación para el desarrollo profesional. Porque muchas veces hay que desarrollar las habilidades; no es que una mujer no pueda hacer algo, sino que hay habilidades que se requiere desarrollar y este componente profesionalizante que va desde lo educativo hasta lo laboral tiene un enfoque transversal, aborda muchos temas”.

Convocatoria

—¿De qué empresas son las mujeres encuestadas en Jalisco?

—Las encuestadas para el estudio Inclusión laboral femenina en el transporte público forman parte de una empresa pública de transporte y dos empresas operadoras de transporte; pero todas las mujeres conductoras operan un servicio público de transporte.

—¿Cómo logran que las mujeres se integren a esta iniciativa?

—El programa es público en las tres ciudades de Latinoamérica que ya mencionamos, pero existe un patrón que se repite: la manera en que las mujeres llegan a aplicar o conocen la convocatoria es a través de medios digitales como WhatsApp. Esto habla de que el programa llega de boca en boca; es decir, una conductora le platicó a su prima, a su vecina, a su hermana, a gente de su entorno familiar o comunitario y eso genera que otras mujeres se animen y apliquen.

—¿Cómo ayuda este programa a las mujeres a empoderarse?

—Las conductoras encuestadas narran que al principio sus familias veían con mucho temor que se involucraran o que fueran a conducir un autobús, pero ahora las familias están orgullosas, los hijos se sienten muy orgullosos de presumir que su mamá es conductora de transporte. Esa percepción beneficia al sector transportista, porque la labor del chofer es muy precarizada y sufre de un estigma social, pero también hay muy poca visibilidad de las condiciones que tienen; es decir, se da una resignificación distinta de una profesión en un servicio público que es sustancial.

Muchos de estos programas, concluye, “también tienen el enfoque de poder generar otras condiciones económicas de un empleo formal, además de proveer herramientas de profesionalización para mujeres que son jefas de hogar. El hecho de tener un empleo formal con prestaciones, una mayor certeza económica, les permite acceder a bienes y servicios. Y por lo tanto garantizar una mejor calidad de vida para ellas y para sus hijos.