CAMBIAR O SEGUIR IGUAL

Guillermo Deloya
Columnas
COP28UAE

Ya es un tema que, al ser tan recurrido, resulta hueco y sin visos de soluciones inmediatas más allá de la crítica y el lamento crónico sobre una situación que parece no encontrar salida. El cambio climático y toda la secuela de opiniones y críticas volverán a tener eco en un foro que, de no aportar acciones y rutas visiblemente alcanzables, perderá credibilidad y se sumirá nuevamente en este vórtice de buenos deseos y discursos dispersos que nada logran y que nada consiguen.

La Cumbre del Cambio Climático se lleva a cabo en una nueva edición del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubái y convoca a poco más de 70 mil personas que buscarán cuatro objetivos fundamentales como resultado de las numerosas mesas de trabajo. En primer lugar, como reiteradamente se persigue, habrá que establecer nuevas acciones apoyadas en diagnósticos para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). En segundo término, habrá que buscar los esquemas de financiamiento para el apoyo de países subdesarrollados que no cuentan con recursos destinables a las políticas en pro del medio ambiente. Como tercer objetivo estará centrar la atención en las personas, los medios de vida y la vida misma dentro de la acción climática. Finalmente, como cuarto objetivo, se pretende avanzar en la inclusión y la responsabilidad colectiva en el combate al daño al medio ambiente.

Ironía

Relativo al primer punto será interesante conocer cómo se podrá fortalecer esta discusión desde el ángulo de la implementación de una infraestructura de creación de energía por vías limpias. No solo se trata de combatir la emisión de gases nocivos por la reducción de sus fuentes, sino de aportar las opciones que den una base sólida al soporte futuro de la creación de energía verde.

Por otra parte, en lo que hace a los esquemas financieros en apoyo a países subdesarrollados, actualmente los esfuerzos a través del Banco Mundial han sido dispersos y obedecen a las capacidades e interés individuales de los países por hacerse de recursos. Se necesita una política general de financiamiento que cubra un déficit de arranque que se estima en más de 2.5 billones de dólares según las cifras del mismo banco.

Además, relativo al tercer objetivo de la cumbre, mucho habrá por hacer para centrar el enfoque de toda política medioambiental, en la salvaguarda de la vida y el cuidado de la persona más allá de la cuantificación de daños en lo material.

Y finalmente, la inclusión es vital para generar corresponsabilidad con las comunidades locales, grupos indígenas, actores y comunidades religiosas, así como todo grupo que pueda contribuir a la preservación de sus hábitats con criterios alineados a las políticas públicas ambientales.

México en este contexto no tiene mucho por presumir y muy poco por celebrar. Lejos estamos del cumplimiento por reducir las emisiones de gases en 35% para 2030; es más, a este ritmo y con el cúmulo de políticas energéticas que sostenemos como nación, muy probablemente para los próximos dos años se pueda experimentar un aumento de las mismas en un porcentaje considerable. Nuestro país ha dado prioridad a la generación de energía por combustión fósil y con ello ha frenado de manera importante la transición energética. No hay intención alguna de “descarbonizar” la generación de energía eléctrica y nuestra mejor carta en el rubro energético es contar con una nueva refinería que, precisamente, estará apostada a fortalecer la quema de combustibles como vía de creación de energía.

Por tanto, la participación de México en la cumbre no vendrá a abonar desde el accionar gubernamental, sino más bien pondrá temas en la mesa a través de organizaciones de la sociedad civil como la Coalición México Resiliente, que abanderan temas como suelos vivos, ciudades sostenibles, economía circular regenerativa, transición energética, salud, agua y algunos otros de interés actual.

Sin embargo, resulta irónico que la cumbre se lleve a cabo en el mundo árabe, donde campea la producción de combustibles fósiles y donde mucho se persigue el disenso de activistas con arteras violaciones a las garantías individuales. Si de la COP28 no surgen esquemas con mandatos reales para diversos países, estaremos documentando el recurrente desánimo.