TERRORISMO: FENÓMENO QUE SE RENUEVA

TERRORISMO
Columnas
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Un evento que dejó al mundo impávido. La incredulidad sobre lo que ocurría y el desconcierto de tener ya en el territorio propio a quienes siempre se percibió lejanos se apoderó de toda una nación. Se marcaba un hito en la historia norteamericana.

Hace poco menos de una semana se conmemoraron los eventos que ocurrieron hace 22 años en un 11 de septiembre. Hoy el mundo ha cambiado obligadamente ante tal acontecimiento, en muchos sentidos: desde lo más notorio a efectos de incrementar la seguridad en toda forma de transporte, hasta cuestiones de evidente profundidad, como aquello que tiene que ver con la cesión de derechos de libertad en aras de la seguridad colectiva.

Como consecuencia, en el mismo 2001 se creó la Administración de Seguridad en el Transporte en el marco de la aprobación de la Ley de Seguridad de Aviación; con esta agencia e instrumento legal se centralizó la vigilancia a todo el sistema de transporte nacional estadunidense, incluyendo por supuesto el aeroportuario. Meses después se aprobaría la Patriot Act, mandato que dotó de facultades y recias atribuciones a las agencias de seguridad y, a su vez, endureció de manera inédita las penas para partícipes o aliados del terrorismo en cualquier modalidad.

La transformación de la sociedad norteamericana fue un detonante que se extendió a lo largo del planeta en poco tiempo y hoy sencillamente el mundo no es igual, aunque, irónicamente, tampoco es ajeno a la amenaza terrorista que cada vez se manifiesta en más países y regiones donde nunca se había asomado. Basta con recordar los eventos terroristas que tomaron lugar en París, Bélgica y Cataluña entre 2015 y 2017.

Pero el gran parteaguas de actuación y cobertura ya no es tan solo el terrorismo de afinidad islámica: en recientes años hemos visto una diversificación para infringir miedo y causar muertes que, en su conjunto, vendría a rebasar lo conseguido por aquellas magnas organizaciones que en el inicio del nuevo siglo encontraron su cumbre.

Flagelo

Sin embargo, el alma y sustancia del Estado Islámico (EI) sigue más viva que nunca. Aun cuando es una realidad que la sombra de operación de las grandes organizaciones terroristas se ha dispersado fractalmente, la organización del EI ha ganado en presencia de campo y conquista de terreno. Cierto es también que ya no existen núcleos centrales visibles con gran concentración de logística y mando, sino que ahora la operación del terrorismo sostiene la lógica de actuar en pequeñas células afines a las grandes organizaciones y movimientos, mismas que se ubican sin una lógica de asentamiento. Pero llama la atención que territorios como Mali, Burkina Fasso, Nigeria y gran parte del África central sean ahora tierra fértil para el movimiento islamista, además de la presencia nunca abandonada en Irak, Afganistán y Siria.

Si bien es verdad que el cerco internacional que encabeza Estados Unidos ha mantenido a raya este tipo de terrorismo, y en consecuencia ha evitado que existan eventos tan sonados como aquel fatídico 11 de septiembre, también es cierto que el fenómeno terrorista ha tendido a diversificarse y a incrementar su actividad en razón de diversas motivaciones más allá de lo religioso.

Hoy el terrorismo tradicional entrelaza su actividad con el crimen organizado en un enorme número de casos. La consecuencia desafortunada es que las manifestaciones de criminalidad ya en muchos casos van acompañadas de auténticas lesiones y muertes hacia la sociedad civil. No podríamos dejar de pensar en la existencia y operación de los cárteles de la droga que, a costa de sembrar terror, se han hecho dueños de comunidades e incluso regiones donde no se reconoce la existencia de ley más que aquella que el mismo grupo delictivo dicta.

Para los expertos, México vive en carne propia los estragos de este lamentable flagelo criminal. Y en el mismo EU se gesta un problema que apela a una radicalización de adeptos ultraderechistas que, en ocasiones, han sustentado ataques armados en el odio racial y el supremacismo. Cada vez es más común el tiroteo en escuelas o en lugares de alta concurrencia efectuados por norteamericanos jóvenes en una mayoría. No hay tregua, seguimos alertas.

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