LOS ZOMBIS

Sergio Pérezgrovas
Columnas
ZOMBIS DROGAS

Las drogas pueden ser divertidas, pero te hacen ver el lado más terrible y crudo del ser humano.

Kate Moss

El fentanilo es una droga sintética que fue inventada en 1960 por el doctor Paul Janssen y aprobada por la compañía Janssen de Bélgica y por la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos de América en 1968. Es, pues, una droga que se crea en laboratorio. Los científicos utilizan la misma estructura química para fabricar opioides sintéticos o semisintéticos. Es 50 veces más potente que la heroína y, según dicen, 100 veces más fuerte que la morfina.

El kilogramo de esta sustancia oscila entre 100 mil y 150 mil pesos mexicanos, y el precio por pastilla varía de 100 pesos a 1000 pesos, dependiendo dónde se consiga.

En un principio, el fentanilo se creó como un fuerte analgésico opioide sintético muy parecido a la morfina. En su presentación recetada se utiliza para calmar el dolor, pero en su presentación ilegal incluye efectos como la felicidad extrema, aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, además de problemas para respirar y pérdida del conocimiento. Se puede conseguir en forma de pastillas azules, inyectables o en forma de parche que se pone en la piel. En Estados Unidos ya es un problema de salud porque se calcula que, en su forma ilegal, se encuentra como líquido o polvo, y este último se mezcla con otras drogas como la heroína, cocaína y metanfetaminas. Estas combinaciones son muy peligrosas y la mayoría de las veces las personas que las consumen no saben que contienen fentanilo.

En su forma líquida, se encuentra como aerosol nasal, gotas para los ojos, aplicado en gotas de papel o en golosinas pequeñas. Se calcula que más de 150 personas mueren diariamente por una sobredosis, ya que no tiene sabor ni olor, lo que hace que sea muy difícil de detectar. El efecto de este opioide dura de cuatro a seis horas con un consumo de 50 microgramos por kilogramo, pero si tienes una sobredosis con dos gramos, puede causar la muerte. Se le conoce también como el fentanilo zombi debido al efecto que produce en el cuerpo, ya que un consumidor habitual deambula por la vida como si estuviera en una película de El Santo o en cualquier serie gringa llena de estos seres descerebrados.

La banda

Muy cerca de la Catedral Metropolitana había un terreno baldío, una construcción que quedó semidestruida en el temblor de 1985. Pero el sótano del inmueble quedó prácticamente intacto. Ahí se reunía la banda de Los Zombis, así les llaman porque algunas veces se les veía caminando por la calle Francisco I. Madero, donde se metían en el pasaje catedral, que estaba lleno de santos y objetos religiosos. Era una banda que no causaba grandes problemas, solo espantaba a los transeúntes. Nada grave, hasta que el líder comenzó a distribuir fentanilo por las calles aledañas de manera indiscriminada.

Entonces, Los Zombis empezaron a crecer desmesuradamente y a pulular por toda la plancha del Zócalo. Comenzaron a hacer destrozos. Lo más curioso del caso es que muchos de ellos empezaron a comer partes de los ladrillos de algunas construcciones debido a la falta de calcio en sus cuerpos, convirtiéndose así en una plaga. El cuerpo élite de la policía fue llamado porque un par de estos seres se comió a una persona frente al Palacio Nacional. Cuando Tris llegó solo quedaban los huesos del pobre incauto. Durante su investigación, Tris dio con el predio y supo por los vecinos que ahí estaban Los Zombis. Al entrar en el lugar, el olor era insoportable, una mezcla de excremento y cuerpos descompuestos.

Le fue fácil moverse entre Los Zombis que, al parecer, no se daban cuenta de su presencia. En el último rincón oscuro vio a dos hombres y una mujer que todavía tenían sangre en el rostro y la boca. Tris se dio cuenta de esto cuando prendió una vela que encontró en su camino. Los Zombis no hacían nada, simplemente estaban ahí parados como el Flautista de Hamelin; Tris comenzó a cantar El Rey, de José Alfredo Jiménez, ya que había leído que a la gente drogada le llamaba mucho la atención la música. Así que Los Zombis lo siguieron hasta la salida, donde el grupo élite detuvo a más de 30 muertos vivientes. Mientras los sacaba, Tristán se dio cuenta de una puerta cerrada con cal y canto, pero por el resquicio salía una tenue luz. Una vez que desalojaron el lugar, Tristán regresó y tiró la puerta; sabía lo que iba a encontrar dentro. En el interior estaba el líder, un chico de unos 18 años con una pistola en la mano y lleno de bolsas de la droga azul. El joven trató de activar su Uzi, pero Tris fue más rápido. Fue el mayor decomiso realizado por un solo hombre.