RITMO Y TRADICIÓN

“Martínez captura la experiencia vivida de la negritud en América Latina”.

Pablo Reyes
Columnas
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El bullerengue, la tradición folclórica de percusión liderada por mujeres desarrollada en las comunidades negras del Caribe, se transmitió a la legendaria Petrona Martínez como una reliquia familiar sagrada. Al crecer en San Cayetano, Colombia, en la década de 1940, se sentaba con su abuela y su bisabuela en lo que se llama una rueda o círculo donde las mujeres se turnaban para cantar melodías de llamada y respuesta.

Los sonidos llegaron a Martínez tan naturalmente como respirar. “Ahí se formó nuestra vena artística”, dijo su hija, Joselina Llerena, a los medios.

Años más tarde, luego de formar su propia familia, Martínez se mudó a la región de Palenquito. Se ganaba la vida recolectando y vendiendo arena, un trabajo intenso y arduo que aliviaba los fines de semana llevando a sus hijos a un río cercano donde lavaba la ropa y cantaba las canciones que aprendió de niña.

Un día un músico local llamado Marceliano Orozco hablaba con uno de los hijos mayores de Martínez y mencionó que a menudo se paseaba junto al río para escuchar a una mujer notable que pasaba su tiempo cantando algunos de los bullerengues más poderosos que él jamás había escuchado.

El hijo de Martínez no tardó mucho en darse cuenta de que Orozco hablaba de su madre. Y pronto Orozco se convirtió en parte de la primera banda de Martínez. Comenzó a tocar en festivales de América Latina y lanzó su primer álbum en 1989, a los 55 años, cimentando su reputación como guardiana inimitable de las tradiciones del bullerengue.

Titán cultural

La voz de Martínez fascinó a los oyentes durante las últimas décadas, incluso después de que una isquemia cerebral en 2017 limitó su habla y movilidad. El verano pasado lanzó el aclamado álbum Ancestras, una celebración dinámica y cargada de emociones que reúne a mujeres de la diáspora africana para cantar en algunas de las grabaciones más imborrables del catálogo de Martínez. El resultado es una poderosa unión de raíces negras de todo el mundo que presenta a artistas como Susana Baca, Angélique Kidjo y Brianna Thomas.

Llerena, quien también canta en el proyecto, describe a Ancestras como una forma de tejer historias musicales juntas, algo que sirvió como un último “sueño hecho realidad” para su madre. El proyecto fue nominado a un Grammy Latino al Mejor Álbum Folclórico en septiembre, la tercera nominación de Martínez, y cuando se llevó a cabo la ceremonia el otoño pasado ella ganó su primer premio de la Academia Latina de la Grabación a los 82 años.

Trabajos como Ancestras refuerzan el lugar de Martínez como titán cultural que impacta profundamente en los músicos de todo el mundo. Lido Pimienta, artista nominada al Grammy, se enamoró de la música de Martínez cuando formaba parte de la banda Grupo KUMBE en Barranquilla. Estudiaron cuidadosamente los sonidos del bullerengue, lo que le dio a Pimienta la oportunidad de explorar las profundas historias personales que Martínez cuenta a través de sus canciones.

“Hay una historia general no contada de esclavitud que sucede en Colombia, específicamente”, observa Pimienta, y señala que Martínez captura la experiencia vivida de la negritud en América Latina. “Lo sorprendente de Petrona es que su resiliencia es tan enorme, que trasciende cualquier cosa. Ella te dice que vale la pena vivir la vida. Su tradición continuará incluso cuando se haya ido del mundo físico. Eso es lo que me llevo de su música y de su voz: ella está diciendo: ‘Todavía estamos aquí’”.