BUENA POLÍTICA Y GOBIERNO ABIERTO, ESENCIALES PARA MÉXICO

Samuel Rodríguez
Columnas
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Hay que develar un mito, pues nuestro pueblo ha vivido engañado los últimos dos siglos: un escenario en el que se plantea que la democracia son partidos políticos; son elecciones, emblematizado todo esto con el voto; hay que ir a votar porque eso es democracia. Pero eso solo es democracia instrumental.

Lo que vivimos es democracia electoral: mero procedimiento para ungir a determinados personajes como representantes del pueblo en el gobierno. Pero cuando alguien llega al gobierno se olvida de que la gente lo eligió y hace uso del voto como si fuera un cheque en blanco. Y no es así.

De ahí que sea necesario hablar de democracia reversible: quien recibe democracia está obligado a devolver democracia al pueblo; una vez en el poder debe devolver al pueblo servicios para mitigar sus necesidades, atención directa al pueblo y lograr que haya paz social.

Tlaxcalteca de nacimiento, exrector de la universidad estatal, exombudsman local y dirigente del Partido Alianza Ciudadana (PAC, instituto político de Tlaxcala con una década de existencia), Serafín Ortiz Ortiz plantea su visión de la actualidad que permea en el país en el marco del actual proceso electoral, en el que desde su punto de vista resulta imprescindible impulsar la observancia de la buena política y el gobierno abierto, una corriente con origen en Europa.

La buena política, explica, pone al centro del interés del político y de la política a la persona.

El político debe escuchar las necesidades de su pueblo y, en particular, de las personas; permitir que expresen cuáles son sus requerimientos, sus necesidades, sus demandas; y luego de escuchar deben abrirse espacios para que la sociedad dialogue con los políticos. Y de ese diálogo, que constituye círculos de opinión, el político debe permitir que se constituyan razones públicas. La razón pública es una razón colectiva.

Y profundiza: el pueblo siempre tendrá la razón y el gobernante está para atender necesidades del pueblo, no lo que se le antoje.

De la razón pública se deben constituir políticas públicas, asevera al tiempo que advierte que hay una proclividad a que el político, las políticas que direcciona las pensó anoche, las pensó ayer y cree que es lo mejor. Pero lo mejor está en la voz popular.

Dos tareas

Una razón pública es la seguridad que requiere el pueblo de México. En las democracias la decisión popular es la que ordena al poder público, destaca. Las políticas públicas deben estar direccionadas a resolver el mínimo vital de las personas. Esto es la democracia material, que implica que el gobierno se interesa en dos acciones pertinentes: solo dos (que no se complique mucho quien hace gobierno): mitigar necesidades de la sociedad y atenuar la violencia para vivir en paz social.

Estas son las dos grandes tareas del gobierno, puntualiza. En torno a la atención de la necesidad social, Serafín Ortiz refiere que el exacerbado populismo se vuelve clientelar; el que gobierna no debe perseguir beneficios con la atención o prestación de servicios y satisfacción de necesidades básicas: es un deber público. Es decir, no tiene que erigirse alguien para rotularse como benefactor: es un deber.

El pueblo elige a los gobernantes para que direccionen adecuadamente la aplicación de los recursos públicos, pero no los está dando de su bolsa sino del recurso público de los mexicanos, acota.

Lo único que pedimos en un gobierno abierto es que haya participación del pueblo, que haya colaboración del pueblo y, desde luego, transparencia, rendición de cuentas y resultados de gobierno.

En lo personal, explica, impulsa la formación de una nueva generación de aliancistas para que participen en la vida política de Tlaxcala y México, en todos los rubros.

Incluso destaca que el PAC participa en la Alianza Unidos por Tlaxcala. Refiere que forma parte de los perfiles que se analizan para mediante esa alianza contender por la presidencia municipal de Tlaxcala, pero aún se exploran posibilidades. Posibilidad que, desde luego, como político evalúa para aplicar la buena política y el gobierno abierto.

Es la visión de un político tlaxcalteca que impulsa desde hace más de una década la buena política y el gobierno abierto como una opción para su tierra natal, en particular, y para México en general.