FLAUTISTAS POLÍTICOS

“Resulta evidente que el voto ciudadano no es cautivo”.

Samuel Rodríguez
Columnas
Electores México

El pueblo quita y pone a los gobiernos o bien opta por su permanencia. Esa es en México desde 2000 una realidad irrefutable. Los ciudadanos que son convocados a las urnas de manera periódica definen con su sufragio quién los representará o gobernará. La gran mayoría de la sociedad está politizada en el sentido más amplio del concepto, pero no está inmersa en la política.

Son en realidad los integrantes de la clase política los que tratan periódicamente de ganar adeptos, que representan votos, que no militantes. Lo cierto es que México es un país con alrededor de 130 millones de habitantes y un padrón de aproximadamente 90 millones de electores.

De ese enorme volumen de población solo una pequeñísima parte la constituyen los líderes y dirigentes de los partidos políticos. Y menos de una quinta parte de la población milita de manera activa y reconocida en un partido.

Como mera referencia, hay que considerar que antes de la más reciente afiliación masiva que llevó a cabo, en la que logró enrolar a casi dos millones y medio de ciudadanos, Morena solo contaba a nivel nacional con alrededor de 600 mil militantes.

Es decir, un partido con apenas 600 mil militantes o menos, en 2018 logró que su candidato a la Presidencia de la República ganara la elección con más de 30 millones de votos.

Y ello solo se explica a partir del hartazgo y la decepción social, que llevó al grueso de la colectividad a acudir a las urnas para hacer patente un voto de castigo. Un fenómeno similar al que ocurrió en 2000 cuando Vicente Fox ganó la Presidencia e inauguró la alternancia política en la titularidad del Poder Ejecutivo federal. El PAN se mantuvo en la Presidencia, con Felipe Calderón Hinojosa, hasta 2012.

El PRI la recuperó en 2012 y la perdió en 2018, cuando en una elección histórica Andrés Manuel López Obrador ganó la elección con 30 millones 113 mil 493 votos, que representaron 53.19% de los 56 millones 611 mil 027 votos que se emitieron, lo que significa que 46.81% de los electores no sufragó a su favor.

Rol

Por otra parte, hay que considerar que alrededor de 30 millones de ciudadanos no acudieron por diversas razones a las urnas. Adicionalmente, resulta evidente que el voto ciudadano no es cautivo, como quedó de manifiesto en la Ciudad de México en las elecciones de 2021, cuando el electorado capitalino optó en la mitad de las alcaldías por opciones diferentes a Morena a tres años del inicio de la 4T.

La lectura es más que clara: en México la alternancia política es una realidad y ningún instituto político —incluido Morena— tiene el triunfo y la permanencia en el poder asegurados.

La victoria de los candidatos en gran medida depende de manera directa del desempeño de quienes fueron electos con antelación. Y por supuesto de la satisfacción del ciudadano, que no dudará en pasar la factura al acudir a las urnas. Los resultados previos tienen un peso mayúsculo en la decisión del electorado. Si los partidos basaran su triunfo en su volumen de militantes estarían en una clara desventaja frente a los ciudadanos que no militan en partido alguno.

De acuerdo con el INE, en 2020 el PAN contaba con 252 mil 140 militantes; el PRI con dos millones 65 mil 161; el PRD, un millón 242 mil 411; el PT, 448 mil 492; el PVEM, 660 mil 874; MC, 381 mil 735; y Morena con 446 mil 931. En total solo cinco millones 517 mil 744 ciudadanos militaban en algún partido político, lo que representa una parte mínima del grueso de votantes.

Por lo que hace a la Lista Nominal de electores, de acuerdo al INE, al 30 de septiembre de 2022 están inscritos 94 millones 300 mil 903 ciudadanos, de los que 45 millones 305 mil 615 son hombres y 48 millones 995 mil 288 mujeres.

En tanto que el Padrón Electoral cuenta con 95 millones 866 mil 833 ciudadanos inscritos, de los cuales 46 millones 134 mil 95 son hombres y 49 millones 732 mil 738 son mujeres. El volumen de votantes potenciales a nivel nacional es mucho mayor que el de los militantes de cualquier partido e incluso de quienes en concreto forman los equipos de campaña. Esta es una proyección que se mantiene en el plano estatal, a lo largo y ancho de México.

De ahí que los partidos políticos y sus candidatos tengan que desempeñar en todas las elecciones el rol de modernos flautistas de Hamelin, a la espera de ser seguidos por electores cautivados por sus promesas y propuestas de campaña. Si son capaces de cautivarlos serán seguidos, pero es más que evidente que los ciudadanos están más alertas cada día, alejados del fanatismo y curados frente la demagogia.

Fue dicho, y el que entendió, entendió.