LA 4T Y LOS DEMONIOS DEL PASADO

“Deben mejorar cada vez más los procesos”.

Samuel Rodríguez
Columnas
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La elección de nuevos integrantes del Congreso Nacional que realizó Morena mostró la existencia de grupos cuya operación está alejada de la democracia más elemental. La civilidad política fue opacada por una suerte de barbarie sectaria que no puede tener cabida ni ser tolerada por la 4T.

De ahí que ante las anomalías exhibidas primordialmente en redes sociales y medios Mario Delgado aseveró en lo inmediato que se procedería para en esencia limpiar la elección en aquellas localidades en las que se exhibió compra de votos, acarreo e inducción de sufragios, que representan un pequeño volumen en comparación con el total de puntos de votación que se instalaron: de 300 distritos, solo en cinco se presentaron anomalías.

Toca el turno a las Comisiones de Elecciones y de Honestidad y Justicia de Morena para sancionar los casos documentados y que fueron denunciados.

Voces internas, como las de Alejandro Rojas Díaz Durán y John Ackerman, destacaron la existencia de anomalías y la demanda de no pocos morenistas para corregir los yerros.

No hay duda: la existencia de grupos que recordaron a las añejas tribus del perredismo no puede ser tolerada en un instituto político que enarbola la bandera de la democracia, la honestidad y los principios más elementales.

De ahí que sea imperativo que fundadores y directivos de Morena arrojen a los demonios del pasado que empañaron la elección y con su proceder brindaron argumentos a los sectores críticos para cuestionar la validez del proceso y de paso poner en entredicho la capacidad de la 4T de sacar adelante, con calidad moral, la reforma electoral.

La jornada para elegir a los integrantes del Congreso Nacional y afiliar a nuevos militantes de Morena desafortunadamente se manchó en varios estados. En resumen, podría decirse que los medios dieron cuenta de toda suerte de anomalías que incluyeron desde la prepotencia hasta la violencia física, pasando por el arresto de la diputada Jessica Ramírez pese a contar con fuero.

Añejos males

La participación alrededor de 2.5 millones de militantes en el proceso, como destacó desde Palacio Nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador en su primer mañanera de agosto, es importante y no puede desdeñarse, pero también lo es que haya reconocido que deben mejorar cada vez más los procesos, a la par de la afiliación de nuevos militantes que fortalecerán el músculo social de Morena.

Algunas de las imágenes difundidas trajeron a la mente el recuerdo de añejos males como influyentismo, confrontación, acarreo, corporativismo y hasta los enfrentamientos entre tribus del perredismo que quedaron documentadas como parte de la historia político-democrática del país y que no tienen cabida en la 4T.

De ahí que sea fundamental que Mario Delgado haya dejado abierta la posibilidad de que quienes alentaron o estuvieron involucrados en conductas nocivas queden fuera.

El concepto y el ejercicio de la democracia en la 4T no puede mancharse, porque ello representaría un mal presagio para futuras elecciones, pero sobre todo daría argumentos a los detractores para cuestionar la validez de sus procesos. En consecuencia, Delgado tiene ante sí el más que complicado reto de exorcizar a los demonios del pasado que poseyeron a quienes con su conducta pretendieron manchar la elección.

Y en su caso, si se trata de personas ajenas al movimiento, exhibirlos abiertamente, para evitar una afectación mayor en términos de imagen para la 4T.