PACIFICAR AL PAÍS…

“El gobierno federal no variará su política pública para pacificar al país mediante el diálogo”.

Samuel Rodríguez
Columnas
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Aguililla captó la atención de la sociedad mexicana y los medios de comunicación debido a que su problemática local rebasó a la mermada autoridad municipal, pero sobre todo a las autoridades estatales que encabeza el gobernador Silvano Aureoles Conejo.

El gobierno federal es requerido para poner orden, mediante el Ejército Nacional, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y otras instancias como la Guardia Nacional.

Los habitantes de Aguililla, con el párroco Gilberto Guevara como vocero, viven en un ambiente de crispación, primordialmente por el cierre de la carretera que comunica a ese municipio con Apatzingán. Un alivio se vivió el pasado 23 de abril con la visita del nuncio apostólico Franco Coppola, durante la que ofició una misa ante más de 500 personas.

Ciertamente a la población de Aguililla no le importa si la Federación, el gobierno estatal o el municipio garantizan su seguridad: su objetivo es vivir y trabajar sin zozobra.

Pero hay que establecer al revisar la historia reciente de la entidad que el ambiente social en Michoacán se descompuso hace más de una década con la operación, entre otros grupos, de la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios.

Michoacán vivió una etapa de inseguridad que tuvo en Servando Gómez Martínez, la Tuta, a una figura emblemática que lo mismo logró identificación con el pueblo que relaciones con integrantes del sector gubernamental.

Como consecuencia de la situación de inseguridad que vivió durante años, presa del hartazgo la sociedad michoacana encontró en las autodefensas una esperanza. Las figuras de Papá Pitufo y el doctor José Manuel Mireles fueron en aquellos años emblemáticas y trascendieron las fronteras de Michoacán como defensores de la población aunque con el tiempo, como fruto de disputas internas y su carácter beligerante, las autodefensas tuvieron que desarmarse y someterse al orden.

Deslinde

A la postre la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios fueron desplazados por el Cártel Jalisco Nueva Generación, grupo al que a la fecha se señala como responsable de la situación de sitio que viven los habitantes de Aguililla por el cierre de la carretera que conecta a ese municipio con Apatzingán.

Este panorama, que si bien se focaliza en Aguililla se percibe de una u otra forma en el resto de la entidad, fue uno de los factores que llevó a los michoacanos a optar en las urnas, el pasado 6 de junio, por una alternancia en el poder para que la Cuarta Transformación tome las riendas del estado.

El gobernador electo, Alfredo Ramírez Bedolla, tiene el reto de resolver una problemática compleja en materia de seguridad y protección del patrimonio de sus gobernados, que encuentra en Aguililla un punto crucial.

A partir del 1 de octubre Ramírez Bedolla asumirá la gubernatura y las administraciones estatal y federal, todo indica, operarán en sincronía.

Será dentro de casi 80 días, un largo periodo de espera para los habitantes de Aguililla que pugnan por la pronta solución de la problemática que enfrentan, en tanto la administración de Aureoles aparece al margen de la situación, o al menos parece aguardar que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador cargue con el costo político de la situación.

De ahí que sea necesario realizar un claro deslinde de responsabilidades para establecer que la autoridad estatal fue incapaz de atender y resolver la problemática local y ahora toca el turno a la administración de López Obrador, quien ha establecido con claridad que no variarán los lineamientos de su política pública para pacificar al país mediante el diálogo.

La confrontación armada, las masacres y el derramamiento de sangre, no están en la ruta de la 4T. Y Michoacán, en concreto Aguililla, puede traducirse en un punto de partida para solucionar la problemática nacional en lo que hace a la presencia y operación de los grupos del crimen organizado.