ESTATUA DE LA LIBERTAD

“Llegó a Nueva York en 214 cajas”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
 Hay que subir 377 escalones.

La libertad iluminando al mundo, mejor conocida como Estatua de la Libertad, se inauguró el 28 de octubre de 1886. Es, sin duda, uno de los iconos más famosos de la ciudad de Nueva York. Se encuentra en la Isla de la Libertad, al sur de Manhattan, y muy cerca de la Isla Ellis (a esta última llegaban entonces todos los migrantes para entrar a territorio estadunidense). Fue un regalo del pueblo francés a los gringos para conmemorar el centenario de la declaración de independencia de Estados Unidos.

Además fue símbolo de amistad entre las dos naciones. Hay otra pequeña estatua con la misma figura que el gobierno estadunidense le regaló en 1889 a Francia para celebrar el centenario de la revolución francesa.

La Estatua de la Libertad tuvo un costo aproximado de 300 mil dólares y el proyecto estuvo a cargo del escultor Frédéric Auguste Bartholdi, aunque la estructura interna de cobre la realizó el ingeniero Alexander Gustave Eiffel.

La estatua es enorme: mide 46 metros de altura; el pedestal donde se encuentra mide 45.7 metros; pesa 240 mil kilos. Es el cuerpo de una mujer vestida con una toga, inspirada en la grandes obras clásicas.

Aun así, no es el monumento más alto del mundo: en Gujarat, India, está la Estatua de la Unidad, la cual representa a Sardar Vallabhbhai Patel, político de este país, y mide 182 metros de alto.

Se dice que la cara de la Estatua de la Libertad se hizo con inspiración en el rostro de la madre de Bartholdi, pero es solo una teoría. Hay gente que asegura que se utilizó a una modelo para esculpir el rostro: Eugenie Boyer, viuda del inventor millonario Isaac Singer.

La estatua se construyó en París y tardaron ocho años en hacerla. Llegó a Nueva York en 214 cajas y celebra su cumpleaños el 28 de octubre.

Al principio fue un faro; su color verdoso se debe a la oxidación del cobre. Tiene siete picos en la corona, que representan los continentes, y fue abierta al público en 1916.

Subir a la corona cuesta entre 20 y 30 dólares (más menos entre 400 y 600 pesos mexicanos) y las entradas las encuentras en el sitio online Statue Cruises.

Hay que subir 377 escalones para llegar a las 24 ventanas que tiene la corona. La cintura de la estructura mide once metros, así que si tienes claustrofobia no te recomiendo el paseo. Son aproximadamente 20 pisos. En la base hay un pequeño museo que se puede visitar por el mismo precio.

A lo largo de su historia esta majestuosa obra ha sido reproducida en diferentes tamaños y con diferentes materiales por todo el mundo. Hoy es el máximo símbolo de la libertad, no solo de Manhattan, sino de toda la Unión Americana. Si no la puedes visitar, hay en las plataformas muchos videos mostrándola.

El arma perfecta

El cuerpo inerte tenía siete perforaciones en el estómago. Las vísceras se le salían por uno de los orificios. El ministerio público, que era bastante pendejo, aseguró que se trató de un puñal clavado siete veces.

Lo que nadie notó fue que las perforaciones, aunque todas del mismo tamaño, tenían una pequeña curvatura, como si hubieran sido hechas al mismo tiempo. Tris, al llegar, descartó la teoría de su pendejo compañero y dijo:

—Estas perforaciones se realizaron con la misma arma y casi simultáneamente, por lo que no es una daga.

Comenzó a inspeccionar el lugar. En el fondo de la habitación había un basurero y dentro de él una réplica de la Estatua de la Libertad. El occiso era un proxeneta que regenteaba mujeres en Peralvillo, en la colonia Morelos, afuera de los tacos Los Panchitos.

Tris encontró a unas mujeres y comenzó el interrogatorio. Al cabo de un tiempo supo quién era la asesina. Fue por ella y la amenazó con la figura. La mujer soltó la sopa. Tris llamó a una patrulla y la subió en la unidad mientras él pasaba a la taquería por unos de tripa. Muy ad hoc para la ocasión.