HOSPITAL

“La semana pasó como en cámara lenta”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La mente manda, pero el cuerpo ordena.

Yo

Llegué el domingo por la tarde. Me atendieron dos mujeres despampanantes en traje de baño (fueron dos hombres vestidos de enfermeros). Me metieron en un cubículo, me llenaron de obsequios y me cambiaron la ropa (me pusieron el catéter y me tomaron la temperatura). Después de pasar la prueba del antígeno comenzó la diversión.

Entré a una habitación con vista a las montañas. Había una hielera con champaña Cristal a punto (una bolsa de hielos para la fiebre).

La comida, excelsa. Caviar beluga, langosta thermidor y un tomahawk del tamaño del plato servido en una vajilla de Baccara y copas Riedel (sopita de fideo y un pescado más desabrido que un pan Bimbo duro, todo en plástico con dos gelatinas).

Los primeros días fueron un gran viaje. Me dieron una sustancia que me hizo volar. No tomé ni agua porque estaba en otro mundo (con temperatura de 40 grados y dolor de cabeza).

Al cuarto día viajé por todo el edificio y vi muchas mujeres guapas que me invitaban a tomar grandes cantidades de alcohol (me dieron un diurético y en la noche fui a hacer pipí 38 veces).

Una maravilla. Las noches aquí parecen no terminar.

Vino una amiga a alojarse en mis riñones. Se llamaba Escherichia coli. Mi mujer me dijo que me había cogido a alguien por el culo, porque leyó que esta bacteria se introduce por la vía urinaria y sale de las heces fecales (no lo dijo con esas palabras).

Resulta que la bacteria se encuentra en el estómago y ayuda a la digestión. Si supiera que estoy peor que monje cartucho…

La semana pasó como en cámara lenta. Me metieron una gran cantidad de pastas: dinoflax, glutopoark, asoflon, losartan, merrem, paracetamol, dorixina, libertrim, omeprazol, etcétera. Bueno, creo que hasta me dieron una Tutsi Pop con sabor a fresa.

Como dije, los jardines espectaculares y las vistas grandiosas; sobre todo la de la ventana que da al segundo piso. Hubo caminatas diarias para relajarse después de echar la hueva tumbado en un sillón, muy cómodo por cierto (cama de hospital).

En las mañanas hacíamos una pista para echar las carreritas. El otro competidor se veía más jodido que yo. Después de todo, soy el original Checo Pérez.

Me habría salido más barato irme a los Emiratos Árabes.

La visita

Tris vino a verme. Todos los días aquí está conmigo.