JESSE OWENS

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Columnas
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No puedes medir tu éxito si nunca has fallado.

Steffi Graf

James Cleveland (Jesse) Owens nació en Alabama el 12 de septiembre de 1913 y murió en Tucson Arizona el 31 de marzo de 1980.

En su adolescencia tuvo varios trabajos en su tiempo libre: repartidor de mercancías, estibador de vagones de carga y reparando calzado. Fue cuando comenzó su interés por las carreras de velocidad.

Conoció a quien fuera su entrenador, Charles Riley, en Fairmont High School. Él fue determinante para su desarrollo.

Charles se ganó la estima de Jesse porque entre otras cosas le permitía entrenar antes del horario escolar, ya que en la tarde trabajaba en el taller de calzado.

Ahí mismo conoció a su esposa, Minnie Ruth Solomon, cuando él tenía 15 y ella 13 años. Procrearon tres hijas.

Owens atrajo la atención a nivel nacional en 1933 cuando logró una marca de 9’4 en la carrera de 100 metros y logró en el salto de longitud 7.56 m durante el campeonato nacional de la secundaria en Chicago.

En 1936 se llevaron a cabo en Berlín las justas deportivas. Hitler estaba en el poder y pretendía con las Olimpiadas mostrar el poderío de los alemanes.

Se dice que las jovencitas esperaban a Jesse para cortarle parte de su ropa como souvenir y para tener algo de él. Esto ocasionó que los soldados alemanes lo protegieran.

El 3 de agosto ganó su primera medalla de oro en la carrera de 100 metros con un tiempo de 10’03. Al día siguiente consiguió su segundo triunfo en el salto de longitud con una marca de 8.6 m. Al tercer día de competencias Jesse ganó la carrera de los 200 metros, para el 9 de ese mes ganar su cuarta medalla en la carrera de 4 por 100.

Ahora bien, se esparció como reguero de pólvora la idea que el fhürer no quiso darle la mano al afroamericano, cosa que el mismo atleta no desmintió hasta 1960, cuando el periodista alemán Siegfried Mischener le preguntó: Owens le enseño una fotografía desde se veía claramente a Hitler saludándolo.

Para 2014 el piloto británico Eric Brown afirmó en un documental de la BBC que había visto al mandatario estrechar la mano de Owens y felicitarle por sus medallas.

Como fuese, lo que es cierto es que el atleta en su país fue segregado por el racismo, cosa que no ocurrió en Alemania.

Un roto para un descosido

En la corporación se hablaba de que había un asesino a sueldo que mataba a sus víctimas de un balazo y luego corría como Jesse Owens y nadie lo alcanzaba, pues lo hacía realmente muy rápido.

A Tris se le ocurrió ponerle un cuatro. Con la ayuda del hacker dio con el matón, que solo se contrataba vía internet. Él se expondría a ser la víctima de su siguiente trabajo.

Cobraba cinco mil pesos que había que depositar en una cuenta fantasma. El hacker le dio la dirección, que era un callejón con una salida lateral de uno de los lados.

Tris esperó hasta que apareció el sicario; este accionó el arma y el disparo se fue a incrustar en el chaleco antibalas. Tris cayó al suelo y oyó cómo corría. Se incorporó y caminó sin prisa por la calle de atrás; lo esperó y al pasar le metió el pie. El tipo cayó redondito. Tris disparó y lo mató instantáneamente. Con la prueba del balazo en el chaleco saldría exonerado.