QUIROGA

Parece maldición mal escrita por Stephen King.

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Columnas
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Hasta las ideas más optimistas toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro.

Horacio Quiroga

Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878 en la ciudad de Alto, Uruguay. Su padre tuvo un accidente con una escopeta cuando Horacio contaba con dos meses de edad. A Prudencio se le disparó el arma sin querer enfrente de su mejor amigo. Al poco tiempo su madre Pastora se volvió a casar con Mario Barcos en 1891; sufrió un derrame cerebral y luego se disparó en la boca con una escopeta que accionó con el pie justo cuando el joven Horacio de 18 años entraba en la habitación.

Conoció a su primera esposa, María Esther Jurkovski, y casó con ella para luego divorciarse por el origen judío de él. Ella acabaría suicidándose. Inspiraría Las sacrificadas y Estación de amor. Con el tiempo superó las tragedias de su vida y logró escribir Los arrecifes de coral. Después sus dos hermanos, Prudencio y Pastora, murieron de fiebre tifoidea.

Su mejor amigo, Fernando Ferrando, al recibir malas críticas del periodista Germán Papini Zas lo retó a un duelo. Horacio se ofreció a servir de padrino pero mientras revisaba el arma esta se le disparó y la bala fue a parar en la boca de su amigo matándolo instantáneamente. La policía lo entambó pero luego logró salir al comprobarse que fue un accidente. Quiroga abandonó Uruguay para irse a Argentina.
En 1904 logró publicar una serie de cuentos de terror influenciados por Edgar Allan Poe, entre los que destacaron Los perseguidos, El almohadón de plumas y Caras y caretas.

Para 1906 se fue a la selva donde había vivido años atrás, en Panamá. Ahí se enamoró de su alumna Ana María Cires, con quien tuvo una hija llamada Eglé Quiroga. Al año siguiente nació su hijo Darío. Después Ana María se pasó a retirar de este mundo tras beber un líquido para fotografías que la dejó agonizando durante ocho días.

Escribió otras novelas que le dieron fama mundial. Luego se casó con una amiga de su hija Eglé, María Elena Bravo. No les cuento cómo murió María Elena porque amuelo el relato.

Posteriormente Quiroga se hizo amigo de Alfonsina Storni, quien acabó suicidándose al igual que Quiroga después de una enfermedad. Sus hijos, Eglé y Darío, hicieron lo mismo: nadie se salvó del suicidio, parece maldición mal escrita por Stephen King.

El suicida

El MP llegó antes que Tris porque a este le avisaron tarde. El incauto servidor había dictaminado que era un suicidio porque encontró una pistola en la mano del muerto y un orificio de bala en la sien izquierda.

Tris supo al llegar que su compañero estaba equivocado: movió ligeramente el cuerpo y encontró otro agujero de bala justo en el corazón. Además dio cuenta de que el interfecto era derecho cuando comprobó que en el dedo cordial o dedo mayor tenía una callosidad provocada por usar el lápiz o la pluma durante muchas horas en la niñez.

Así que desestimó las palabras del pendejo del servidor público. Una vez más Tris tenía razón.