El Instituto Mexicano del Seguro Social es una de las instituciones más importantes del Estado mexicano. Con sus distintos programas atiende médicamente y otorga otros servicios sociales a 70 millones de mexicanos. Pero desde hace tiempo arrastra problemas financieros muy serios.
Tan solo en 2012 el IMSS registró un déficit de 25 mil millones de pesos. José Antonio González Anaya, un economista reconocido que ha colaborado tanto con gobiernos priistas como panistas, fue seleccionado por el presidente Enrique Peña Nieto para hacerse cargo del Seguro Social y tratar de rescatar a la institución.
Este 21 de octubre, en la 106 Asamblea General, González Anaya señaló que ha habido una mejora importante en las finanzas del IMSS. El déficit, en particular, ha bajado a diez mil millones de pesos en este 2015.
El avance es significativo, pero no saca al Seguro Social del hoyo. El déficit es menor que antes, pero sigue siendo un lastre para la calidad de los servicios médicos, de guardería, jubilación y funerarios que proporciona la institución.
En un principio el IMSS parecía tener una estructura financiera sana. Sin embargo, el sistema y las cuotas estaban diseñados para otorgar servicios solo a los trabajadores de las empresas formales. Los políticos que han tomado decisiones para la institución, no obstante, han venido ampliando los servicios y el universo de beneficiarios sin tomar medidas para mantener un financiamiento sano. Familiares, taxistas, estudiantes y muchos más han sido incorporados al régimen sin que se hayan decretado alzas en las cuotas para compensar los gastos.
Los trabajadores del IMSS obtuvieron también derechos costosos, como la jubilación a una edad temprana, sin que nunca se hubieran hecho aportaciones a un fondo de reserva suficiente.
Sistema
Durante mucho tiempo los fondos del seguro de jubilaciones de los derechohabientes —distintos a los trabajadores de la institución— fueron saqueados para financiar los servicios médicos. Pronto llegó un momento en que el costo de las jubilaciones impidió que esto se siguiera haciendo. De hecho, se hizo necesario cambiar el régimen de jubilaciones para adoptar un sistema de cuentas individuales. El gobierno tuvo que entrar a rescatar con un subsidio inmenso las pensiones de los trabajadores del sistema anterior.
Hoy tenemos un sistema enorme, pero con aportaciones que no alcanzan para cubrir los gastos. En septiembre de este año el IMSS tenía 17.9 millones de trabajadores. Ellos y sus patrones son los que pagan las cuotas que sostienen a la institución. Pero esas cuotas no solo deben pagar los servicios que ellos reciben, sino también los de sus familiares y muchos más para dar un total de 55.8 millones de derechohabientes del sistema tradicional del IMSS. A estos hay que añadir doce millones de derechohabientes del sistema IMSS-Prospera, que es subsidiado por el gobierno pero que utiliza las instalaciones y personal del Seguro Social.
El IMSS es una de las instituciones más importantes del Estado mexicano y también una de las más respetadas. El trabajo que ha hecho el director general González Anaya para mejorar sus finanzas es muy positivo. Pero el IMSS no recuperará la calidad de su servicio mientras sus ingresos no sean suficientes para financiar esos servicios.