Durante años se pensó que la zona del Valle de México había ganado la batalla contra la contaminación. Si en los ochentas y principios de los noventas hubo días con mediciones de más de 350 unidades Imeca, desde 2002 no se había registrado una sola contingencia ambiental a pesar de que el nivel de alerta se redujo a 180.
La semana pasada, sin embargo, se declaró por primera vez una contingencia ambiental.
El lunes 14 de marzo se registraron niveles superiores a los 200 puntos. Casi no hubo vientos y la contaminación no se dispersó como ha sido habitual. Se siguieron registrando niveles superiores a las 100 unidades.
La Comisión Ambiental de la Megalópolis decidió el 15 de marzo por la noche decretar medidas más duras y prohibió la circulación de todos los vehículos con calcomanía roja o terminación de placas 3 y 4. Por primera vez se aplicó esta medida a los autos con holograma 0 y 00.
El presidente Enrique Peña Nieto dio instrucciones el 14 de marzo para que la Comisión Ambiental de la Megalópolis tome medidas más fuertes para reducir la contaminación en el Valle de México. Hasta el momento de redactar este artículo no se conoce cuáles serán esas medidas.
Hasta ahora las medidas que se han dado a conocer se han dirigido siempre a restringir la circulación de automóviles privados. Ese era el propósito del Hoy No Circula original, que después de tener efectos positivos en un principio terminó promoviendo un incremento en el parque vehicular. ¿Por qué? Porque la gente que tiene que trabajar y que utiliza el vehículo no como un lujo sino como un instrumento indispensable de sobrevivencia ante la falta de opciones de transporte público, busca formas de defenderse: lo que hicieron las familias ante el Hoy No Circula original fue comprar vehículos adicionales.
Eficiencia
Lo mismo puede ocurrir hoy con las nuevas medidas que estudian las autoridades ambientales. Si el esquema que se anuncia es simplemente prohibicionista, si solo se busca restringir la circulación de los vehículos privados, el resultado será una vez más obligar a las familias a buscar formas de defenderse para seguir realizando sus actividades cotidianas y su trabajo.
La solución al problema de la contaminación del aire del Valle de México radica en un mayor uso del transporte público. A esto deben dedicarse los recursos disponibles de la Ciudad de México, pero también de la Federación.
Lo ideal es tener un sistema de transporte que sea atractivo, que la gente seleccione como la mejor opción, en lugar de tratar de castigar a quien utiliza el vehículo privado porque no tiene otra opción.
A pesar de la restricción a la circulación, el 16 de marzo se registró una carga vehicular similar a la de cualquier otro día. Esto nos dice que las familias han comprado a lo largo de los años vehículos adicionales para protegerse de las medidas de restricción que han dado a conocer las autoridades. La limitación no ayudó tampoco a una disminución inmediata de la contaminación sino hasta que el viento dispersó los gases. Mientras a los vehículos privados se les impedía circular, por otra parte autobuses y camiones seguían circulando arrojando gruesas nubes de humo negro.
La autoridad debe tomar medidas para preservar la salud de la población. Pero no cualquier medida. Estas deben ser en primer lugar eficaces, pero además deben ser justas y no recaer sobre solo un grupo de la sociedad.