Falsa victoria

En este fin de sexenio el presidente Felipe Calderón se ha enorgullecido de su esfuerzo en la lucha contra el tráfico de enervantes y el crimen organizado. En distintos momentos ha señalado que el esfuerzo que realizó era indispensable y que su gobierno detuvo o “abatió" a 25 de los 37 principales capos.

Presidente Felipe Calderón. (Foto: Tomada de Internet)
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Sergio Sarmiento

@sergiosarmient4

En este fin de sexenio el presidente Felipe Calderón se ha enorgullecido de su esfuerzo en la lucha contra el tráfico de enervantes y el crimen organizado. En distintos momentos ha señalado que el esfuerzo que realizó era indispensable y que su gobierno detuvo o “abatió” a 25 de los 37 principales capos.

No todo el mundo, sin embargo, acepta que la labor del presidente Calderón ante el crimen organizado haya sido victoriosa. Muchos sostienen que la triplicación del número de homicidios dolosos entre 2007 y 2011 es por sí sola señal de una derrota dolorosa y contundente. Otros apuntan que el hecho de que decenas de mexicanos hayan muerto en ejecuciones del crimen organizado sin que se haya reducido el flujo de estupefacientes o el consumo es una indicación de la derrota.

El presidente electo, Enrique Peña Nieto, y los miembros de su equipo han señalado que no dejarán de perseguir a la delincuencia organizada. Esto es evidente. Ningún país puede darse el lujo de mandar una señal de que dejará de aplicar sus propias leyes. Pero el próximo mandatario también ha apuntado que cambiará el énfasis del esfuerzo y se enfocará principalmente en aquellos crímenes que tienen un mayor impacto en la sociedad, como el homicidio, el secuestro y la extorsión.

Aun antes de tomar el poder, Peña Nieto ha declarado que hará un cambio importante en su estrategia contra el crimen organizado. La Secretaría de Seguridad Pública, que ha sido la punta de lanza en el esfuerzo de prevención e investigación del delito en los gobiernos panistas, podría desaparecer en el nuevo sexenio.

La Policía Federal y las labores sustantivas de la SSP pasarían a la Secretaría de Gobernación, que se convertiría en un ministerio del interior con facultades similares a las que estos tienen en los países de Europa. De alguna manera, esta medida le devolvería a Gobernación una parte importante de las responsabilidades que la dependencia tenía antes de los gobiernos del PAN.

Cuidado

Una simple reestructuración de las responsabilidades de policía y gobierno interior de la administración pública federal no cambiaría, por supuesto, los retos más importantes del gobierno. No importa realmente cuál sea el lugar de la Policía Federal dentro de la estructura gubernamental. Lo importante es que sus agentes sean capaces y honestos.

Cuando se crearon la Policía Federal, la Agencia Federal de Investigaciones y la propia Secretaría de Seguridad Pública, se sostuvo que los cuerpos policiacos se estaban limpiando a fondo. Al final poco importaron los cambios, o los exámenes de confianza que se aplicaron a los agentes. Los problemas de ineficiencia, falta de voluntad para perseguir los delitos e incluso corrupción y complicidad con el crimen no desaparecieron. Hay buenas razones para pensar que el presidente alcanzó una falsa victoria en su guerra contra el crimen organizado.

Lo importante ahora, sin embargo, es que el mandatario electo y su futuro gobierno no se dejen llevar por esa misma ilusión y piensen que una reestructuración administrativa por sí sola eliminará este doloroso problema.

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