La pausa navideña

El jefe de la oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, habla en aniversario luctuoso de Morelos

Presidencia de la República
Foto: Presidencia
Sergio Sarmiento
Columnas
Compartir

No es común que un primer mandatario le pida al jefe de la Oficina de la Presidencia que tome la palabra en un acto solemne e importante. Esto hizo, sin embargo, el presidente Enrique Peña Nieto el 22 de diciembre en la ceremonia por el aniversario luctuoso de José María Morelos.

No fue el secretario de Gobernación ni el de Educación el que tomó la palabra ante el primer mandatario en la ceremonia en Ecatepec, el lugar de fallecimiento de Morelos, sino Aurelio Nuño, quien desde el inicio de este sexenio ha encabezado la Oficina de la Presidencia.

Nuño habló bien. El joven funcionario (37 años) mostró inteligencia y capacidad oratoria. Retomó la figura de Morelos, quien “quiso cambiar una realidad en la que prevalecían los privilegios de unos cuantos” y cuya “lucha siempre encontró las resistencias de quienes no querían perderlos”, y la usó como referencia para las reformas del gobierno de Peña Nieto.

“Se trata —dijo— de construir instituciones que ofrezcan oportunidades para todos y no sólo para unos cuantos. Se trata de que México no sea sólo una democracia electoral. Se trata, en suma, de que también sea una democracia de oportunidades para la prosperidad”.

Al acabar la ceremonia se dijo a los reporteros que esta sería la última presentación pública de Peña Nieto en 2014. El presidente se tomaría unas vacaciones y regresaría a sus actividades en enero para ir a Washington a una visita oficial con Barack Obama los días 5 y 6.

No es inusitado que un primer mandatario se tome vacaciones, pero lo que sí rompe la tradición es que este hecho se anuncie. En los usos y costumbres del sistema político mexicano el presidente simplemente deja de tener apariciones públicas sin que nadie se atreva a decir que está de vacaciones. Se supone que un presidente mexicano nunca descansa.

Razones

Para el fundador de la Oficina de la Presidencia, José Córdoba, habría parecido incongruente, por supuesto, que un sucesor suyo pronunciara un discurso a nombre del gobierno. Córdoba consideraba que su utilidad para el mandatario radicaba precisamente en su capacidad para mantener un perfil bajo.

Córdoba era ciudadano mexicano por naturalización; nació en Francia de una familia del exilio español, lo cual lo inhabilitaba para cargos de elección popular y lo hacía así un colaborador sin ambiciones políticas personales. En eso radicaba cuando menos en parte su utilidad.

Un jefe de la Oficina de la Presidencia que da discursos sería sin duda una incongruencia en el diseño mismo del puesto. Pero me parece entender porqué el presidente quiso dejar el papel protagónico de una ceremonia importante (aunque el 200 aniversario luctuoso de Morelos no será sino hasta 2015) a un tercero y porqué su oficina señaló que se va de vacaciones dos semanas hasta enero.

Los últimos tres meses y medio de este 2014 han sido muy complicados para el presidente. Si bien ni él ni nadie en el gobierno federal participaron en los hechos del 26 de septiembre en Iguala, cuando se llevó a cabo el secuestro y ejecución de decenas de normalistas de Ayotzinapa, el movimiento que ha surgido de este acontecimiento ha ensombrecido su administración y ha afectado su imagen nacional e internacional.

Al parecer el presidente ha preferido dejar de aparecer en público un par de semanas con la esperanza de que el tiempo ayude a borrar las heridas. No creo que ese breve lapso vaya a tener tal efecto mágico, pero entiendo las razones de mantener un perfil bajo en este momento.

×