Reunión de reyes

Encuentro entre los presidentes Enrique Peña Nieto y Barack Obama

Encuentro México-Estados Unidos
Ilustración: L. Barradas
Sergio Sarmiento
Columnas
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Fue una reunión de dos mandatarios en problemas. Enrique Peña Nieto y Barack Obama se entrevistaron en la Casa Blanca en Washington este pasado 6 de enero, Día de Reyes.

El encuentro fue breve, apenas de una hora, y no tuvo sorpresas, por lo menos no según la información que se difundió. Peña Nieto felicitó a Obama por su decisión de suspender las deportaciones de extranjeros —principalmente mexicanos— que han vivido casi toda su vida en la Unión Americana pero carecen de residencia legal. Obama, a su vez, expresó su preocupación por los hechos de Iguala del 26 de septiembre y ofreció ayuda de su país a México para combatir al crimen organizado.

Para los dos presidentes la reunión fue positiva. Si bien es común que los encuentros de Obama con otros mandatarios no generen siquiera menciones en la prensa estadunidense, en este caso hubo una cobertura razonablemente amplia. Al término de la reunión Obama siguió con su complicada agenda política en un momento en que un nuevo Congreso, dominado por la oposición republicana, estaba empezando sesiones.

Peña Nieto no tenía por lo menos ese problema. Las vacaciones de los legisladores mexicanos son mucho más prolongadas: el periodo ordinario no comienza hasta marzo. Pero el presidente se apresuró de cualquier manera a regresar a México. Solamente 16 horas permaneció en territorio estadunidense. Confrontado por el movimiento de Ayotzinapa, seguramente no quería dar la impresión de estar descuidando los asuntos nacionales. Esta vez no hubo encuentros con empresarios, académicos o periodistas en Estados Unidos.

Los dos presidentes comparten un estado de aislamiento, de soledad. Obama tiene el peor nivel de aprobación de su mandato. Los republicanos en el Congreso han mandado ya señales de que se le enfrentarán abiertamente en sus dos últimos años de gobierno. Obama podrá usar el derecho de veto, como ha anunciado que lo hará, si el Congreso aprueba por su cuenta el oleoducto Keystone XLque los ambientalistas cuestionan, pero esta medida simplemente hará más difícil cualquier colaboración con los legisladores en los dos últimos años de gobierno.

Peña Nieto sufre también su peor nivel de aprobación, pero él todavía tiene que enfrentar las elecciones de medio sexenio y las perspectivas de su partido, el PRI, no son precisamente buenas.

Valoración

La economía de Estados Unidos está creciendo a una buena tasa; en el tercer trimestre de 2014 alcanzó una tasa anualizada de 5%, la más alta en varios años. La mexicana, en cambio, sigue teniendo problemas. Se estima preliminarmente que 2014 cerró con una expansión de apenas 2 por ciento.

La economía, sin embargo, es el menor de los problemas en este momento para Obama o para Peña Nieto. El presidente estadunidense se encuentra con las manos atadas para impulsar nuevas medidas de política pública ante la hostilidad de los republicanos en el Congreso. Peña Nieto enfrenta un movimiento que busca forzar su renuncia y él mismo se ha atado las manos al permitir bloqueos, robos y actos de violencia como forma de protesta. La impasibilidad o incapacidad de las autoridades mexicanas ante actos de violencia como los de Iguala, La Ruana, Apatzingán y muchos más evidencian la debilidad del Estado mexicano.

Supongo que por eso la reunión en la Casa Blanca debe haber sido importante. Ante los problemas que los dos presidentes están sufriendo, una reunión tranquila, sin recriminaciones, con una cobertura positiva en los medios, fue sin duda un respiro importante, casi un regalo en un frío Día de Reyes.