Es muy común que nos digan que México no está creciendo o que lo hace a un ritmo muy lento. Efectivamente, México ha crecido apenas 2% al año durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero además esta es la mediocre tasa que ha registrado a lo largo de las últimas tres décadas.
Parecería que 2% es ya la “tasa mexicana de crecimiento”. Pero este 2% es un promedio, y los promedios, como los bikinis, lo muestran todo menos lo esencial.
Si le echamos un vistazo más detallado a las cifras nos daremos cuenta de que el promedio de 2% oculta una enorme distancia entre dos Méxicos: uno que crece de manera sostenida y otro que se contrae o que permanece estancado.
Este 29 de octubre el INEGI dio a conocer las cifras del segundo trimestre de 2015 para la actividad económica estatal. La distancia entre los dos Méxicos se vuelve evidente en la comparación de los distintos estados.
Como lo ha sido tantas veces en los últimos años, Querétaro es el estado con mayor crecimiento en el país. Entre el segundo trimestre de 2014 y el mismo periodo de 2015 tuvo una extraordinaria expansión de 9.9%. Esta es una cifra que asombraría a los mismos tecnócratas chinos. Pero Querétaro no es el único estado que crece a un ritmo espectacular: Guanajuato tuvo en el mismo lapso una expansión de 9.1 por ciento.
Las dos entidades se han distinguido por mantener fuertes tasas de crecimiento y creación de empleos desde hace varios años. El suyo no es un crecimiento que se base en una bonanza de alguna materia prima, sino producto de inversión en industrias de alta tecnología, como la automotriz y la aeroespacial.
Otros estados con alta tasa de crecimiento son Quintana Roo, con 6.4%, y Baja California, con 6.3. Quintana Roo obtiene su expansión del turismo, el cual aumenta nuevamente después de algunos años de estancamiento. En Baja California la golpeada industria turística no se ha recuperado, pero el estado, que había perdido el paso durante un tiempo, está recuperando inversiones en manufacturas.
Debilidades
Hay otro México que vive una realidad diametralmente opuesta. Campeche, por ejemplo, registró en el segundo trimestre de 2015 una contracción de 8.4% en comparación con el mismo periodo de 2014. Esta caída es por completo producto del desplome de los precios y la producción de petróleo. Mucho se dice que México es un país petrolero, pero más bien Campeche es el estado petrolero, ya que produce más crudo que todos los demás estados juntos.
La segunda mayor caída económica tuvo lugar en Chiapas, con 2.1%. Este pésimo desempeño ha sido persistente durante décadas. El que Chiapas sea la entidad que mayores subsidios ha recibido del gobierno federal durante décadas no ha servido para nada.
Michoacán también tuvo una contracción económica anual en el segundo trimestre: 2%. La inseguridad y el fin de un sexenio de gobierno muy complicado parecen haber sido las razones. Tabasco le sigue con una baja de 1.6%, producto también de la caída de los precios petroleros.
México como país no está estancado. El problema es que hay dos Méxicos o quizá tres. Uno se ha globalizado y ha demostrado ser competitivo en las manufacturas. Otro se ha vuelto dependiente de una sola materia prima que hoy está por los suelos: el petróleo. Pero hay un México más, ejemplificado por Chiapas o por Oaxaca, que tuvo un crecimiento anual de solo 0.8% en el segundo trimestre, que se aferra al pasado, a unos usos y costumbres que lo han atado a la pobreza desde tiempo inmemorial.