5 DE MARZO

“Estamos en un punto de inflexión y el desafío es evitar que se repita lo sucedido”.

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Alejandro Zárate
Columnas
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Que nunca se olviden los actos atroces de seudoaficionados del Querétaro. Que quede en la memoria el día en que la violencia rebasó todos los límites en el futbol mexicano, para que jamás se vuelva a repetir. El sábado 5 de marzo deberá ser una memoria viva para construir un mejor escenario en el deporte profesional del país.

Aquella tarde futbolera en el estadio La Corregidora los asistentes fueron testigos de una violencia anunciada. Las escenas dantescas de inadaptados golpeando a cuerpos inconscientes y desnudos es una situación que no se puede normalizar, ni deber ser una constante en un partido de futbol mexicano.

El contexto social que enfrenta el país presenta un escenario complicado, pero todo lo que pasa en un recinto público puede controlarse para reducir al mínimo situaciones peligrosas que puedan terminar en tragedia, como sucedió en aquel partido entre Gallos y Atlas.

A unas semanas de distancia persisten las dudas sobre por qué la falta de policías al interior del inmueble, por qué la apertura de puertas para darle acceso a las gradas a las llamadas barras locales, por qué la falta de intervención a las afueras del estadio para proteger la integridad de los aficionados rojiblancos...

Los castigos a la directiva del Querétaro (con veto al estadio, suspensión de directivos y expulsión a sus grupos de animadores) atañe parte del problema, pero parece dejar intacto a las barras. La Femexfut no las reconoce, pero los equipos las apoyan. Les brindan recursos, entradas y apoyos extraordinarios. Animan la fiesta pero, ¿a qué costo?

Reto

Hace años que los estadios dejaron de ser lugares familiares idóneos para el entretenimiento social para dar espacios a personas resentidas, con muestras xenofóbicas, incapaces de distinguir los límites de las rivalidades y cada vez más mentalizados a llegar a espacios de guerra con la violencia como idioma. Se habla de reglas no escritas entre las barras, pero no se pueden dejar al criterio de rijosos los límites de sus enfrentamientos.

La Liga MX lanzó una campaña con mensajes de paz y unión entre los equipos para transmitirlos entre la afición. Así como la prohibición de “grupos de animación” de los equipos visitantes. En tanto, el clásico América-Chivas se jugó de blanco para apuntalar esta solicitud de tregua en las gradas.

No obstante, parece no ser suficiente. Hay acciones de los propios equipos, como el de Santos, que se toman en serio la credencialización de aficionados. Pero se necesita de un trabajo en conjunto de todos los equipos, autoridades y sociedad para evitar que escale lo sucedido en Querétaro.

Estamos en un punto de inflexión donde el futbol mexicano y sus directivos tienen el reto de evitar que se repita lo sucedido. Ojalá lo hagan mejor que con sus intentos por frenar el grito homofóbico en las tribunas, al que desde hace más de ocho años trata de erradicar.

El 5 de marzo es la fecha que debe marcar un antecedente entre todos los involucrados en el balompié de casa para prevenir nuevos escenarios de violencia y evitar que se llegue el punto en que ya no se pueda dar marcha atrás.

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