Bandera en mano, Himno Nacional en los altavoces y muchas lágrimas surcando el rostro: Sergio Pérez disfrutando su momento más glorioso, el día en que ganó su primera carrera de Fórmula Uno después de 193 Grandes Premios disputados, diez años compitiendo en el máximo nivel del deporte motor y miles de kilómetros rodados por pistas de todo el mundo.
El 6 de diciembre, sobre la pista de Sakhir en Bahrein, ya forma parte de los momentos más épicos en la historia del deporte tricolor. El día en que un piloto mexicano volvió a llevarse la bandera de a cuadros dentro de la Gran Carpa, situación que no se veía desde hace 50 años, cuando Pedro Rodríguez se llevó el Gran Premio de Bélgica.
Su conmovedor festejo refleja el momento vivido. El largo trayecto que comenzó en los karts de Guadalajara, pasando por el desprendimiento familiar para viajar a Europa a sus cortos 15 años y el lidiar por una década con la fuerte presión que se vive en la F1, donde ningún piloto es indispensable y donde eres tan bueno como tu última carrera.
¿Qué probabilidades había de que Sergio ganara una carrera antes del domingo? Muy remotas. Una cosa es optimizar al máximo un auto para alcanzar un soñado podio y otra situación es aspirar a quedarse con el primer lugar.
Antes está Lewis Hamilton, el mejor piloto en la mejor escudería. Pero también están los Red Bull y los Ferrari, autos con más motor y desempeño aerodinámico que el Racing Point de Pérez. Sin duda se trata de uno de los seriales más desiguales del deporte motor, donde la mayoría de las veces el automóvil hace la diferencia.
Colosal
Es verdad que hubo situaciones que jugaron a favor del tapatío durante el Gran Premio de Sakhir: la ausencia de Hamilton por positivo de Covid-19, el incidente en la arrancada que dejó fuera a Max Verstappen (Red Bull) y a Charles Leclerc (Ferrari), así como el error en una entrada en pits de Mercedes que borró el sorprendente desempeño de George Russell.
Pero en el mismo incidente de Verstappen y Leclerc, Checo vio dañado sus neumáticos y cayó hasta el último lugar. De ahí remontó 18 posiciones con una precisión magistral en sus rebases y un gran corazón para nunca bajar los brazos. Todos lo daban por perdido. Sin embargo Sergio apostó por sí mismo y ganó.
El triunfo cae en uno de sus años más complicados. Justo cuando su equipo le dio la espalda y lo despidió para darle su lugar al multicampeón alemán Sebastian Vettel; en una temporada en que se le señaló de irresponsable por dar positivo a coronavirus, con lo que se perdió dos carreras; y cuando la prensa le cuestionaba su desempeño ante una larga sequía de podios.
Checo calló bocas. Dio una bofetada con guante blanco a los directivos de su equipo y mandó un fuerte mensaje de que es el mejor piloto de la parrilla fuera de los automóviles de élite. Un “estoy aquí” autoritario para ser considerado en la temporada 2021.
¿Ya es el mejor piloto mexicano de la historia? Muy probablemente sí. La única estadística donde aún está abajo es en el número de victorias, en la que Pedro Rodríguez suma dos. Pero fuera de ese rubro es el nacional con más podios, puntos, carreras y temporadas disputadas en la máxima categoría.
Checo estuvo colosal en la noche más sublime de su legado. Por lo menos hasta ahora.