Hay tenistas que pueden presumir de convertirse en los números uno del mundo; los hay también que ganan en varias ocasiones Grand Slams e imponen marcas; y finalmente, en lo más alto del escalón, están quienes marcan una época y trascienden un legado más allá de sus tiempos.
En este último rubro se encuentra Serena Williams. La estadunidense finalmente puso fin a su carrera en el escenario que más cariño le tenía, el US Open. Ahí se despidió, ante su público, homenajeada en cada partido, al lado de la cancha con su hermana Venus en el torneo de dobles y en compañía del resto de su familia en la tribuna, justo como lo hacía en los inicios de su carrera.
En los Grand Slams, donde se forjan las grandes leyendas del deporte blanco, Serena escribió los logros más importantes de su carrera. Fueron siete Wimbledon, siete Abiertos de Australia, seis US Open y tres Roland Garros.
Cuando se habla de los 22 títulos de Rafael Nadal, los 21 de Novak Djokovic y los 20 de Roger Federer, pocas veces se menciona y se dimensionan los 23 que se adjudicó la menor de las Williams.
Simplemente es la máxima ganadora de la época abierta, con un título más que los 22 logrados por Steffi Graf, de la que se decía que su marca duraría por la eternidad. A diferencia de la alemana o de las otras reinas del tenis de damas (Chris Evert, Martina Navratilova y Margaret Court), es la única (entre todos los tenistas, hombre o mujer) que completó el Golden Slam de carrera tanto en individual como en dobles (esto es, ganar los cuatro Majors y el oro olímpico).
Su palmarés total de Grand Slams es de otro planeta: 39 trofeos levantados entre las diversas modalidades, a lo que se suman 75 títulos WTA, cuatro oros olímpicos, Copa Federación y 319 semanas como la mejor del ranking.
Leyenda
Su tenis de un físico demoledor; impulsada por una convicción formada por la disciplina rígida desde su padre Richard; con un hambre insaciable de ser la mejor en cada salida a la pista de juego; y con la determinación de que el mundo supiera del nombre de las Williams: su esencia.
Más allá de sus marcas Serena es la inspiración de toda una nueva camada de jugadoras de diversas etnias. Hasta antes de las Williams la única afroamericana que había alcanzado una final de un Mayor en la era abierta fue Zina Garrison, en 1990. Tres décadas después, son doce afroamericanas las que han estado en el cuadro principal del US Open, en un tenis más incluyente, diverso y multicultural.
The Queen es la causante de hoy tener a Naomi Osaka, Coco Gauff y Sloane Stephens irrumpiendo con gran éxito en el tour, por citar solo algunas nuevas estrellas que tomaron a las Williams como inspiración. Un referente de que no importa el origen ni el color de piel cuando se quiere trascender.
Desde el majestuoso complejo del Billie Jean King, en Nueva York, Serena puso fin a una carrera profesional de 27 años. Los últimos derechazos ganadores desde el fondo de la cancha de una leyenda deportiva y cultural que se dio el lujo de despedirse recolectando buenos winners antes de colgar la raqueta de manera definitiva.