TOLERANCIA CERO

“Atletas de todas las latitudes se ponen los colores ucranianos”.

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Alejandro Zárate
Columnas
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“Espero que mueras de la forma más dolorosa”, fue lo que escribió desde lo más profundo de su corazón el capitán de la selección ucraniana de futbol y jugador del Manchester City, Oleksandr Zinchenko, con dedicatoria a Vladimir Putin en su cuenta de Instagram. Una crítica sin tapujos al autor intelectual de la invasión que sufre Ucrania por parte del ejército ruso.

Una queja que encuentra eco en la comunidad deportiva a todos los niveles, en todas las ligas y que poco a poco empieza a tomar mayor fuerza. La petición es unánime: que se detenga la guerra y que no haya espacio para los representativos de Rusia en competencias internacionales mientras se mantengan las agresiones bélicas.

Las ligas y federaciones dejaron de ser neutrales y cada vez toman posturas políticas como nunca antes se había visto. El movimiento Black Lives Matter es un ejemplo del compromiso social que jugadores y directivos ahora ejercen sin miedo a represalias. La comunidad deportiva entiende el rol que juega entre sus aficionados. Ignorar el exterior representa perder credibilidad.

Con su invasión Rusia también agredió al mundo deportivo. Jaló del gatillo en plena tregua olímpica. Esa que decretan las Naciones Unidas cada que hay unos Juegos Olímpicos (invernales o de verano) y donde los gobiernos se comprometen a un cese al fuego mientras dura la justa deportiva. El gobierno de Putin la rompió porque esta tregua debía durar hasta el 13 de marzo, cuando terminarán los Juegos Paralímpicos de Beijing.

Reacción en cadena

Esta acción bélica ya le costó a Rusia ser suspendida del Mundial de Qatar 2022. Tampoco podrá participar de las competencias organizadas de la UEFA y ya se le retiró la sede de la final de la Liga de Campeones, que se realizaría en San Petersburgo el 28 de mayo. Forbes estima que se perderá de un ingreso de 347 millones de dólares.

Como reacción en cadena, también perdió la fecha para el Gran Premio de Rusia en esta temporada, que se realiza anualmente en Sochi. A esto se suman otros eventos deportivos como las Series Mundiales de Natación y Clavados.

Como pocas veces se ha visto los cuatro principales organismos del boxeo mundial (CMB, OMB, AMB y FIB) unieron sus voces y no sancionarán ninguna pelea de sus campeonatos en suelo ruso.

Los daños colaterales también alcanzaron a equipos profesionales que tienen patrocinios de empresas rusas, como el alemán de futbol Schalke 04, que retiró su patrocinio de Gazprom; o la escudería de F1 Haas, que quitó a Uralkali y los colores rusos de su auto en plena sesión de prácticas de pretemporada.

Se tambalean también las ligas profesionales rusas con la salida de jugadores extranjeros que han roto sus contratos y salido de Rusia como protestas individuales.

Las quejas llegan de igual manera de los propios deportistas rusos, como en el caso del tenista Andrey Rublev, ganador del torneo de Dubai, que no lo pensó dos veces y tras vencer en semifinales, en lugar de plasmar su firma ante la cámara (una tradición en el deporte blanco), escribió el mensaje “No a la guerra, por favor”.

Nadie quiere jugar con un opresor. Los atletas de todas las latitudes se ponen los colores ucranianos y en el terreno del juego la tolerancia es cero.