UNA HISTÓRICA MANCHA MÁS AL TIGRE

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Alejandro Zárate
Columnas
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Los Tigres merecen el reconocimiento absoluto. El segundo lugar en el Mundial de Clubes es un resultado meritorio, histórico y representa un palmarés más al proyecto conformado por años de trabajo. Si los felinos no jugaron de una forma más ofensiva ante el Bayern Múnich o les faltaron más argumentos para redondear un gran torneo son matices que no deben eclipsar los halagos por lo realizado en Qatar.

El Mundial de Clubes es un torneo que buscó hacer más democrático un enfrentamiento entre los mejores dos equipos del momento en un año futbolístico. Sin embargo, seamos realistas, el campeón de la Champions League de la UEFA y el monarca de la Copa Libertadores de la Conmebol serán por mucho tiempo los mejores equipos del año futbolístico en turno.

Durante 17 ediciones del Mundial de Clubes todas han sido ganadas por equipos europeos y sudamericanos, con una notoria ventaja de 13 triunfos para los del Viejo Continente.

En esta geografía México pertenece a una de las confederaciones más débiles y ninguno de sus representantes había llegado al partido por el título hasta la presencia de los Tigres en la edición 2020, postergada hasta estas fechas por la situación de la pandemia y los retrasos en las justas regionales.

Además el Bayern no es cualquier club de Europa: se trata de uno de los mejores equipos en las últimas décadas, que con la conquista del Mundial de Clubes alcanzó el sexteto, una hazaña que solo el poderoso Barcelona de Pep Guardiola había conseguido once años atrás.

Este mote significa que ganó todos los torneos disputados dentro y fuera de Alemania: la Bundesliga, la DFB Pokal (la copa teutona), la Supercopa Alemana, la Champions League, la Supercopa Europea y ahora el Mundial de Clubes de la FIFA.

Proyecto

Los claroscuros de este resultado se dan porque Tigres jugó a defenderse y con poca ambición de tener la pelota. Pero es el equipo felino del técnico Ricardo Tuca Ferreti. Un esquema patentado para defenderse y ser eficientes en las pocas oportunidades de gol que generan. El sentimiento de que pudieron hacer más lo alimenta además el rendimiento que mostró el equipo bávaro, que seguramente jugó en su peor versión, pero que le bastó para coronarse.

Estos Tigres son producto de un proyecto con el técnico brasileño con once años en el banquillo, que ha ganado diez títulos y que simplemente ha edificado una dinastía norteña. En este Mundial de Clubes superó los dos terceros lugares conseguidos por Monterrey y la misma posición lograda por Necaxa y Pachuca.

También es una posición realista que el gol que definió la final fue polémico y que no debió contar por la mano en el área de Robert Lewandoski. El VAR empleado en la jugada solo se encargó de revisar si había una posición en fuera de lugar y no se percató de la mano del delantero polaco.

Es cierto, Tigres tuvo un escenario para dar la campanada de la temporada, pero tampoco se puede exigir un resultado excepcional a un futbol enclaustrado en un área de confort y sin intenciones de sus directivos por buscarle el roce más allá de la zona geográfica de la Concacaf.

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