DÍA DE MUERTOS: TRADICIÓN Y CULTURA VIVA

En este periodo de asueto se prevé una derrama de mil 922 millones de pesos, solo por concepto de hospedaje.

MORELIA, MICHOACÁN, 21OCTUBRE2018.- Una fiesta de colores y “muerte” se vivió la mañana de este domingo en la tenencia moreliana de Capula, en donde se realizó la octava edición de la Feria Nacional Cultural, Artesanal “Las Calacas de Capula”. Esta tradicional fiesta que ha generado gran expectativa en la entidad y empieza a ser reconocida a nivel nacional, hace honor a la artesanía que más se trabaja en la comunidad: las catrinas o calacas, inspiradas en la Garbancera creación del artista mexicano José Guadalupe Posada.
FOTO: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN /CUARTOSCURO.COM
Juan José Estrada Serafín/Juan José Estrada Serafín
Lorena Ríos
Cultura
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México huele a cempasúchil, incienso, copal y cera quemada. Las calaveritas de dulce, amaranto y chocolate, junto con el pan de muerto con sabor a naranja y anís ya se encuentran en millones de altares que los familiares instalan para recordar a los fallecidos, muchos de ellos a causa de la pandemia de Covid-19.

Ya sea en una repisa o en el comedor, los vivos se reúnen para recordar a sus difuntos al colocar sus fotografías, adornar la ofrenda con papel de china picado de diversos colores, flores, dulces tradicionales, bebidas y alimentos que más disfrutaban en vida.

Ante el descenso de los casos de coronavirus en el territorio nacional se abren al público los cementerios, se realizan desfiles, festivales y ofrendas en homenaje a todos aquellos que ya no están entre los vivos.

Si bien existe un sentimiento de nostalgia, también se respira un ambiente en el que se busca recuperar la vida cotidiana, salir y convivir, pero siempre con las medidas sanitarias para prevenir otra ola de contagios.

A esta celebración la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la declaró en 2008 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su importancia y significado, ya que se trata de una expresión tradicional pero al mismo tiempo contemporánea, integradora, representativa y comunitaria.

Para la UNESCO el encuentro anual entre los pueblos indígenas y sus ancestros cumple una función social considerable al afirmar el papel del individuo dentro de la sociedad. También contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México: el Día de Muertos se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.

Por ello el domingo 31 a partir de las 12:00 horas se llevará a cabo el Desfile Internacional de Día de Muertos en las principales avenidas de la Ciudad de México. Se prevé que tendrá una duración de cinco horas y se apreciará a lo largo del recorrido la procesión de Catrinas, carros alegóricos y bailarines disfrazados, entre diversas actividades cuyo objetivo es también la reactivación de la economía de la capital tras el duro golpe que significa la emergencia sanitaria.

El desfile tendrá un kilómetro de extensión y saldrá del Zócalo para avanzar por la calle 5 de Mayo, seguir por Avenida Juárez, doblar en Paseo de la Reforma —inundado de flores de cempasúchil— y finalmente concluir en Campo Marte, a un costado del Auditorio Nacional.

Opciones

La caravana se dividirá en cuatro segmentos temáticos: Tenochtitlán: corazón de México; CDMX hoy; Magia y tradición y Celebrando la vida.

Al respecto, la secretaria de Turismo de la capital, Paola Félix Díaz, dijo que se logró una alianza con las embajadas de 28 países que se comprometieron a promocionar el Desfile Internacional de Día de Muertos de la Ciudad de México en sus territorios.

También se generarán paquetes turísticos para otorgar una noche de hotel gratis en alianza con los hoteleros de la capital, así como rutas gastronómicas o desayunos en alianza con la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados.

Además del Desfile Internacional de Día de Muertos la ciudad ofrecerá una serie de actividades en sedes y espacios alternos, todas en torno de esta festividad.

En el Zócalo se instalarán ofrendas representativas de cada una de las 16 alcaldías, que montarán personas que participan en las Fábricas de Artes y Oficios (Faros) y en los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares).

“Las ofrendas se conformarán por una pintura mural de gran formato que realizarán talleristas y alumnos de artes plásticas; cada bastidor se acompañará de un tzompantli (hilera de cráneos), que representará a todas las personas que por la pandemia ya no están con nosotros”, informó la Secretaría de Cultura de la CDMX.

También habrá procesión de Catrinas, galerías fotográficas y los Mexicráneos en Paseo de la Reforma.

Del 29 de octubre al 2 de noviembre se celebrará el segundo Festival de Ofrendas y Arreglos Florales del Centro Histórico.

En las mismas fechas se colocarán ofrendas en el Corredor Cultural Centro Histórico, que conforman las calles de San Jerónimo, Regina y Echeveste.

Además, se realizará en el mismo periodo el Festival del Pan de Muerto y el Chocolate en la Plaza San Jerónimo.

En el desfile participarán 450 voluntarios, 350 bailarines acróbatas, diez carros alegóricos autónomos, 29 superprops empujables, cuatro estrellas musicales internacionales, 150 músicos, cuatro segmentos temáticos, 130 elementos de producción y staff.

De igual forma, el secretario de Turismo federal, Miguel Torruco Marqués, informó que en el puente del Día de Muertos se espera una ocupación hotelera general de 51.9%, con la llegada de un millón 410 mil turistas a hoteles.

Precisó que en este periodo de asueto se calcula que habrá una derrama económica por concepto de hospedaje de mil 922 millones de pesos.

Destacó que de acuerdo a los porcentajes de ocupación estimados los principales destinos a los cuales viajarán los turistas en estas celebraciones de muertos serán metrópolis como Morelia, con 62.4 % de ocupación; Ciudad de México, 51.2 %; Monterrey, 48%; y Guadalajara, con 41.8% de ocupación.

Torruco Marqués puntualizó que en el caso de los destinos de playa los más visitados serán Nuevo Vallarta, con 62.1% de ocupación; Puerto Vallarta, 61.3 %; Los Cabos, 61.1%; Cancún, 57.6%; y Riviera Maya, con 55.4% de ocupación hotelera.

Patrimonio Cultural Inmaterial

El Día de Muertos es la festividad que representa una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor plenitud de los grupos indígenas que actualmente habitan en el país.

Las festividades indígenas en torno de los muertos tienen lugar en un grupo de territorios localizados en la región centro-sur de México.

Diversos estudios históricos y antropológicos permiten constatar que las celebraciones dedicadas a los muertos no solo comparten una antigua práctica ceremonial donde conviven la tradición católica y la prehispánica sino también manifestaciones que se sustentan en la pluralidad étnica y cultural del país.

Estas dan lugar a una arquitectura simbólica y ritual que se expresa en una infinidad de obras plásticas, objetos artesanales y muestras del arte efímero que se produce en las distintas regiones del país.

La riqueza cultural de estas celebraciones reposa en las creaciones artísticas que músicos, pintores y poetas mexicanos generaron en los últimos siglos, aportando al mundo una obra de singular valor, como la que se encuentra contenida en la producción artística de José Guadalupe Posada, en la literatura de Octavio Paz y/o en la poesía de José Gorostiza, por mencionar algunos ejemplos.

El conjunto de prácticas y tradiciones que prevalecen en torno de las celebraciones dedicadas a los muertos, tanto en las ciudades como en un gran número de poblaciones rurales, constituye una de las costumbres más vigorosas y dinámicas de México, que inclusive se reproduce entre la población mexicana que reside en Estados Unidos.

Y es que desde la época prehispánica el culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la cultura mexicana.

Cuando alguien moría se le enterraba envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma le colocaban comida y bebidas que le agradaban en vida, con la creencia de que al tener hambre pudiera consumirlos.

El origen radica en la armonía entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por los españoles y la conmemoración del Día de Muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos: los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios del país trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, principal cultivo alimentario en México.

La celebración del Día de Muertos se divide en categorías. De acuerdo con el calendario católico el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños; y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos.

Cada año muchas familias colocan ofrendas y altares decorados con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, mole o algún platillo que le gustaba a sus familiares a quienes va dedicada la ofrenda.

Y al igual que en tiempos prehispánicos se coloca incienso para aromatizar el lugar.

La tradición también indica que para facilitar el retorno de las almas a la tierra se deben esparcir pétalos de flores de cempasúchil y colocar velas trazando el camino que van a recorrer para que las almas no se pierdan y lleguen a su destino.

En la antigüedad este camino iniciaba en las casas y concluía en el panteón donde descansan los seres queridos.

Variantes

En la Ciudad de México, en la alcaldía de Tláhuac, se encuentra el pequeño poblado de San Andrés Mixquic —que significa “En el mezquite”—, uno de los lugares más visitados en el Día de Muertos porque su celebración se apega a las tradiciones mexicanas y se lleva a cabo conjuntamente con la feria del pueblo.

Cada 2 de noviembre se realiza “La alumbrada”, donde miles de velas iluminan las tumbas decoradas con flores de cempasúchil.

Mixquic se cubre con el amarillo de miles de flores de cempasúchil, de color blanco de las diminutas flores de nube y alhelí, además de que las calles son cubiertas por tapetes de aserrín de diversos colores; hermosas ofrendas con fruta de temporada, pan de muerto, platillos diversos y cientos de veladoras.

En el panteón las tumbas se renuevan decoradas con diversos elementos, cada uno con un papel importante y significado esencial. Entre rezos y cantos transcurre la noche conviviendo vivos con muertos. La alumbrada guiará el camino de los fieles difuntos.

Mientras, en el estado de Oaxaca la celebración del Día de Muertos es una de las más significativas. Los altares se adornan con un mantel blanco o papel picado y se dividen en escalones, teniendo cada uno un significado especial: el primero representa a los abuelos y/o adultos, mientras que el segundo o sucesivos son para todos los demás.

Ese día se coloca un vaso de agua que, se dice, ayuda a purificar el alma del difunto que los visita.

Otro elemento importante para las familias oaxaqueñas es el copal, ya que se cree que funciona para guiar el alma hacia los platillos que le gustaban en vida al difunto.

En estos días el ambiente se llena de olores de mole negro, dulces oaxaqueños, manzanitas de tejocote, chocolate de agua y el tradicional pan de muerto.

Para la fecha se acostumbra “llevar los muertos”, una tradición en la que se regala a los familiares y amistades una parte de los alimentos que estuvieron en la ofrenda en sus altares.

Después se dirigen al Cementerio General de Oaxaca, donde adornan las tumbas de sus fieles difuntos y aprovechan para pasar un momento a lado de su nicho.

Ese día el cementerio se ilumina con el color de la flor de cempasúchil, combinado con el resplandor de miles de velas para guiar de ida y vuelta a las almas que vinieron a visitarnos.

De igual forma es posible admirar altares dentro del cementerio, ya que se lleva a cabo un concurso donde se dejan ver la creatividad y originalidad de los habitantes.

En Michoacán, en las comunidades de la región del lago de Pátzcuaro esta celebración pervive como un patrimonio colectivo y propicia el incremento del turismo regional, nacional y extranjero que visita la región y comparte el tiempo ritual y sagrado de las comunidades purépechas.

Durante toda la noche miles de veladoras y flores de cempasúchil iluminan los cementerios y en las tumbas se colocan platillos típicos como corundas y uchepos, fruta, pan y alcohol.

Esta tradición se conserva principalmente viva en Pátzcuaro y Janitzio, pero se realiza en toda la zona lacustre (que abarca una veintena de poblados indígenas) y en parte de la Meseta Purépecha.

Se cree que la ceremonia de culto a los muertos surgió hace casi cinco siglos, pero de manera paradójica en el fondo se trata de una festividad a la vida.

El culto a los fieles difuntos en Campeche presenta ciertas diferencias, puesto que se trata de una mezcla de tradiciones mayas y cristianas. Da inicio el 31 de octubre con la llegada de las ánimas de los niños o Chichán Pixán, a los cuales se les dedica el primer altar colocando dulces y algunos juguetes.

Al día siguiente, 1 de noviembre, la fiesta se dedica a los difuntos adultos o Nohoch Pixán, a los cuales se les ofrendan en el altar sus comidas, bebidas y postres favoritos. Todo acompañado por flores, las imágenes de los deudos y sus veladoras para guiar su rumbo.

Y finalmente el día 2 el altar se dedica a todas las almas, aquellas que no tienen quién las recuerde.

Lo que nunca falta en la ofrenda es el pibipollo, que es el platillo más esperado por vivos y ánimas. Este es un enorme tamal redondo de masa de maíz relleno de un guiso de pollo y cerdo, envuelto en hojas de plátano y que originalmente se cuece sobre piedras calientes enterrado bajo tierra.

Se cree que las almas se alimentan del aroma que desprenden todas las viandas ofrendadas. Por eso la tradición marca que no se puede tocar nada del altar hasta pasadas las 3 de la tarde: después de que las almas ya hayan comido.

También la comunidad de Pomuch, municipio de Hecelchakán, al norte de la capital campechana, observa tradiciones muy particulares: algunos días previos a la llegada de sus difuntos los familiares asisten al cementerio para desempolvar y lavar los restos óseos, los cuales se encuentran depositados en pequeñas cajas, y se les cambia también el manto bordado que los envuelve, representando el cambio de vestiduras.

Esta tradición, conocida en lengua maya como Kesh Lu Noc o Chuch Ba’ac, representa la perseverancia física de los ancestros y el cariño profesado por sus deudos, para quienes la muerte no representa una ausencia total, sino solo el paso a un plano diferente.

Aunque la tradición marca que las almas permanecerán hasta el octavo día o Bix los altares y muchos elementos de la ofrenda permanecerán hasta el último día de noviembre en que se despide el mes de los difuntos.

De esta forma, en todo el país se celebra el Día de Muertos para recordar, agasajar y honrar a las almas de los que ya no se encuentran aquí.

Luego de un año y nueve meses de pandemia, lapso en que la sociedad mexicana ha mostrado su resiliencia, su capacidad de enfrentar retos y despedidas, sin perder la esperanza de seguir vivos y seguir adelante, esta vez de nuevo se festeja la vida en el Día de Muertos.

Miles de mexicanos partieron por Covid-19, entre ellos muchos trabajadores del sector sanitario: médicos, enfermeras, laboratoristas, trabajadoras sociales, recepcionistas, administrativos, camilleros, choferes de ambulancias, paramédicos, personal de limpieza… A ellos un homenaje y la eterna gratitud por sus servicios, valentía y entrega.

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