“LA SALUD DE UN PUEBLO ATRAVIESA POR LA ADECUADA REPARTICIÓN DE LA RIQUEZA”

La pandemia puede ser la tintura de contraste que muestre que el capitalismo es algo que tiene que ser repensado.

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UNAM
Hector González
Cultura
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Una de las primeras y básicas lecciones que nos enseña la pandemia es el valor de la salud, sostiene la filósofa Paulina Rivero Weber: la académica de la UNAM y autora de los libros Bioética. Una introducción desde la filosofía y Se busca heroína. Reflexiones en torno de la heroicidad femenina, reconoce que el impacto de este periodo de confinamiento y enfermedad será brutal.

En entrevista la especialista en la obra de Nietzsche, bioética y equidad de género, propone hacer nuestros análisis sobre los efectos del Covid-19 en nuestras vidas a partir de categorías latinoamericanas y próximas a nuestra realidad.

—Usted es especialista en Nietzsche, pensador que habló bastante de la enfermedad. ¿Qué nos diría el alemán de un momento como el actual?

—Esa pregunta obliga a hablar del papel de la enfermedad en la vida del filósofo. Hay que distinguir ese fenómeno cotidiano de su concepto de “enfermedad” en su filosofía, el cual tiene múltiples significados. Uno de ellos aparece en su propuesta del ser humano como un “animal enfermo”, dentro del cual la enfermedad es una metáfora que critica el racionalismo que, para Nietzsche, ha alejado al ser humano de la naturaleza. Otra cosa es, insisto, el papel que de hecho tuvieron sus enfermedades a lo largo de su vida y de su obra. Tuvo una salud débil y eso lo llevó a valorar los periodos de salud. De ahí que haya considerado que conocer la enfermedad es lo que nos hace valorar la salud. El concepto “salud” no existiría sin la enfermedad; y, de hecho, en la vida cotidiana la salud es la forma de vida usual que no vemos ni valoramos: la tomamos como algo garantizado. Nos damos cuenta de su valor cuando la perdemos. Sería ideal que esta pandemia nos condujera a valorar la salud como algo no necesariamente ordinario.

—¿De qué tamaño será su impacto en términos sociales?

—Muy grande. Su impacto en la economía ya es visible en todos y cada uno de los diferentes estratos sociales. No solo las bolsas de valores se desploman: la gente de a pie, la que vive al día, se ha quedado con las manos vacías. Los desposeídos, y entre ellos los niños que habitan las calles, se han quedado solos. En términos sicológicos ha impactado a una gran mayoría de la población. Lo que un hospital requiere para que sus médicos y enfermeras no mueran, desde alcohol hasta mascarillas, fue acaparado por unos cuantos para sacar provecho al venderlo diez veces más caro. La pandemia puede ser la tintura de contraste que muestre que el capitalismo es algo que tiene que ser repensado.

Redefinir valores

—Buena parte del debate filosófico y científico alrededor de la pandemia se ha dado desde Europa o Estados Unidos. ¿En América Latina no tendríamos que explorar otras variables?

—En América Latina las diferencias económicas son muy grandes; contamos por un lado con los individuos más enriquecidos del mundo; y, por otro, la miseria y el hambre continúan siendo una realidad innegable. Contar con ambas cosas a la vez nos habla de la injusticia y desigualdad propia de la región. Hay un estudio liderado por el doctor Julio Frenk, exsecretario de Salud, en el cual participan varios médicos y muestran que la salud no tiene que ver con la riqueza de un país. Lo que define tanto la salud como el bienestar de un pueblo atraviesa por una adecuada distribución de la riqueza. En México las diferencias son tales que es urgente reducir esa brecha económica abismal. En el estudio que mencioné se insiste en que la desigualdad genera malestar y violencia en los desposeídos, lo cual contribuye a la sensación de inseguridad.

—Hace un momento habló de superar al capitalismo, ¿a qué se refiere?

—Vea lo que ha ocurrido en estos tiempos de pandemia. Es increíble que los hospitales no cuenten con mascarillas respiratorias o tapabocas porque estas se encuentran almacenadas por los acaparadores que las venden en internet diez veces más caras. Y así sucede con todo: comida que pudiendo servir a los más pobres es arrojada como basura para no elevar los precios. Necesitamos recuperar ciertos valores y reincorporarlos al sistema capitalista.

—Una de sus líneas de investigación es la bioética. ¿Ve un cambio en nuestra relación con la ciencia a partir de esto?

—No creo que la gente deje sus creencias religiosas por una pandemia: la mayoría prefiere creer en lo que sea antes que carecer de creencia alguna. A eso agreguémosle que en nuestro país están terriblemente arraigadas. En algunas regiones del norte de América y de Europa en general las diferentes religiones cristianas han desaparecido paulatinamente: no en México. Heredamos un catolicismo radical que persiste a través de diversas sectas.

—Martha Nussbaum dice que vivimos en la monarquía del miedo...

—Es verdad que vivimos en una especie de monarquía del miedo, como dice Nussbaum. Pero el miedo también tiene una función positiva: nos pone en guardia, nos hace ver que algo puede llegar a ser peligroso. Quizás un poco de miedo es lo que ha faltado a muchos para quedarse en casa.

—¿Cambiará nuestra forma de entender un concepto como libertad a partir de esta pandemia?

—Creo que esto depende de lo que entendamos por libertad. Si la entendemos como hacer lo que se nos da la gana cuando se nos da la gana, sí cambiará. Pero exigir a un individuo permanecer en casa para cuidar su vida y la de los demás no me parece una violación a la libertad. En toda sociedad la libertad debe incluir la responsabilidad y ciertos límites restrictivos para no dañar a los demás.

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