EL TIEMPO DEL ARMAGEDÓN, PRIVILEGIO Y PUNK ROCK EN EL QUEENS OCHENTERO

“Una evocación mordaz y honesta del amor y la lealtad”.

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Francisca Yolin
Cultura
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En El tiempo del Armagedón, el evocador retrato que hace el director James Gray de sus primeros años en Queens, Nueva York, Banks Repeta interpreta a Paul Graff, un chico que entra en sexto curso en 1980, cuando el punk rock, la música disco, el rap, la política nacional y la propia ciudad estaban cambiando y a veces convergiendo con fuerza apocalíptica.

Gray toma su título de Armagideon Time, una canción reggae versionada por The Clash. Pero llega el mal sentimiento que Paul siente sobre su realidad, en los discursos del candidato presidencial Ronald Reagan y en su propia casa. Este bullicioso ecosistema está vigilado por la madre de Paul, Esther (Anne Hathaway), una educadora inteligente y sensata; y por su autoritario padre, Irving (Jeremy Strong), cuya tranquilidad con gafas oculta una ira volcánica.

Pero El tiempo del Armagedón no es una narración traumática: momentos de calidez y alegría contagiosa impregnan los recuerdos de Gray, especialmente cuando se trata del abuelo materno de Paul, Aaron, retratado magistralmente por Anthony Hopkins. El filme dramatiza un año crucial en la vida del adolescente, cuando entabla amistad con un compañero de clase negro llamado Johnny (Jaylin Webb) y empieza a aprender de primera mano cómo funciona el racismo en el nivel más sutil. El hecho de que sea agraciado por un sistema que habitualmente le concede el beneficio de la duda empieza a chocar con lo que le han contado sobre su propia herencia judía de supervivencia frente a la opresión. En el caso de Paul el privilegio se siente a la vez ganado con esfuerzo e inmerecido. “La vida es injusta”, le explica su abuelo en un momento dado. “Aprovecha tu oportunidad y no mires atrás”.

Visión

Gray explora su propia conciencia incipiente de la injusticia en esta cinta que, al igual que Jojo Rabbit y Belfast, navega por emotivos cálculos morales a través de los ojos de un niño intuitivo, pero también poco comprensivo. Esa ingenuidad implícita puede ser una evasiva; y hay momentos en los que Gray se desliza hacia el sentimentalismo y la autocomplacencia. Pero El tiempo del Armagedón también ofrece una visión tierna y sincera de lo que se siente cuando te dicen una cosa y, en el fondo, sabes que en realidad es lo contrario.

Paul retrocede instintivamente ante las hipocresías que le rodean y su abuelo le da una clase invaluable sobre cómo ser una persona de integridad y honor en lugar de un espectador pasivo. Pero el joven no deja de sacar provecho de su propio lugar en el orden jerárquico que empieza a comprender vagamente cuando su amistad con Johnny se complica en un desafortunado incidente, que le muestra exponencialmente el privilegio de ser blanco.

El tiempo del Armagedón es una evocación mordaz y honesta del amor y la lealtad, del esfuerzo y la lucha, y de cómo la identidad se transforma de una generación a otra. Al revisar su propia historia, Gray ha conseguido iluminar una mucho mayor que no se ha detenido.