POESÍA CONTRA EL OLVIDO EN GRIETAS DE LA LUZ

“Desde la poesía, hacer un homenaje a la belleza”.

Federico Díaz Granados
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En el poemario Grietas de la luz el escritor y divulgador cultural colombiano Federico Díaz-Granados explora la memoria, el olvido, la identidad y el vínculo familiar a partir de la experiencia de ver a sus dos abuelas perder la memoria por Alzheimer.

Sin embargo, no es un libro sobre la demencia sino sobre la luz que se filtra a través de los recuerdos, haciendo de la poesía un arma contra el olvido.

Desde los primeros poemas el título funciona como una declaración ética y estética. En las “grietas” se instala el umbral entre presencia y ausencia. El autor no trata de reconstruir una memoria completa, sino de registrar los destellos que sobreviven y de otorgarles dignidad poética.

A diferencia de otros libros que abordan el duelo desde la elegía o la nostalgia, Grietas de la luz (FCE) propone un acompañamiento. En los poemas la voz encarna a quien ya no recuerda. Esto se muestra, por ejemplo, en los siguientes versos: “¿En qué idioma hablo en mis sueños?/ ¿Cuáles palabras traigo desde la infancia/ y repito como una plegaria a un dios desconocido?”

La pérdida de memoria no solo despoja a una persona de su historia sino que convierte a quienes la rodean en huérfanos de ese pasado compartido. Esta idea se despliega en la obra a través de gestos mínimos, en objetos que ya no se reconocen, en nombres que se confunden o se evaporan.

Un ejemplo claro de lo anterior se encuentra en el poema X: “No encuentro mi casa dentro de mi propia casa/ no reconozco a nadie ni las cosas./ La memoria es la primera pesadilla/ y el olvido la última orfandad”. De esta manera se muestra que el duelo no es solo por la persona que olvida, sino por el mundo que desaparece con ella.

Otro de los ejes más potentes en Grietas de la luz es la relación entre memoria y espacio, como señala el primer verso del poema previo. La casa familiar —con su música, sus rituales, sus voces— aparece como un organismo vivo que se va apagando. No es casual que muchas imágenes remitan a la costa caribeña: el calor, el ruido, las canciones, el humor… Cuando la memoria falla, no se pierden únicamente los grandes acontecimientos sino igualmente esos detalles cotidianos que sostienen la vida en común.

También la lengua ocupa un lugar central en este proceso. Las abuelas, además de hechos, olvidan palabras, canciones… Y con ellas se pierde un modo particular de nombrar el mundo. El poema intenta entonces una restitución: no para fijar definitivamente esas voces, más bien para permitirles una última circulación.

En este sentido, el poemario puede leerse como un libro sobre la transmisión cultural y sus quiebres, sobre lo que se hereda y lo que se extravía en el tránsito generacional.

Aunque el punto de partida es autobiográfico, Grietas de la luz evita el encierro en lo privado. La pérdida de memoria aparece como una experiencia compartida, cada vez más común en sociedades que envejecen y que, paradójicamente, aceleran el olvido.

Memoria y belleza

En entrevista con Vértigo Díaz-Granados habla sobre la memoria como territorio vulnerable y de la poesía como acto de salvación contra el olvido.

—¿Qué significa para usted esa luz que se filtra a través de las grietas?

—El título apunta a dos cosas: una, que inicialmente mis abuelas eran la luz de mi infancia, pero también de la casa; eran la cohesión, el imán de la familia que, como todas las familias del mundo, tiene decesos, desencuentros, están fragmentadas, distantes; y que son las abuelas las que cohesionan eso. Muchos de los relatos que ellas contaban nos daban una identidad, y esa identidad es lo que de alguna manera nos tiene y justifica la memoria.

Agrega: “Y también tiene que ver con el triunfo de la poesía sobre el olvido. Porque a las dos abuelas, cada una a su manera, ya cuando no recordaban ni a sus hermanos ni a sus hijos, nietos, a nadie, y habían perdido las palabras, lo último que les quedó fue la poesía. Para mí, entonces, la poesía es el último momento de luz, por donde se filtraba la luz en medio de los escombros del olvido”.

—¿Diría que este libro busca conciliar la pérdida y la belleza?

—Sí. No quería abordar desde lo científico este tema. No se trataba de hacer un libro de la ciencia, de los cuales hay textos maravillosos escritos por científicos muy autorizados para el asunto; testimonios de cuidadores y de médicos, familiares de pacientes con Alzheimer. Yo quería desde la poesía hacer un homenaje a la belleza, a ese mundo que se había derrumbado, a recuperar la infancia a través de la poesía.

Y continúa: “Al perder mis abuelas la memoria lo primero que perdieron fueron las palabras, y este libro intenta restituir esas palabras. Gracias al lenguaje nos podemos comunicar, emocionarnos… las palabras nos devuelven un poco de esa belleza. Grietas de la luz intenta traer de vuelta y hacer un homenaje a la belleza de los relatos que ellas me contaron”.

—El libro tiene muchos epígrafes. ¿Hubo canciones, autores, libros que acompañaron la creación de esta obra?

—Me acompañé de películas como Still Alice, Vivir dos veces, Jackass, La memoria infinita —que es un documental chileno—; me aferré a las canciones, no solo a las canciones de las abuelas, sino a muchas que tenían que ver con el tema de la memoria, como el caso de Leonard Cohen, quien habla de la luz también. Por supuesto, leí poetas, narradoras y narradores que me permitían también ponerme en sintonía con este tema, como Roberto Juarroz y Wislawa Szymborska.

Finalmente, Díaz-Granados apunta que el título definitivo del libro le llegó por una canción de Taylor Swift. El autor relata que “estaba leyendo a los poetas románticos y corrigiendo el libro de un amigo, que es una biografía de Percy Shelley. A través de eso una amiga me recomendó la canción Lakes, que trata sobre uno de los lagos donde muchos poetas románticos fueron a morir. Así empecé a buscar las conexiones entre la poesía y Taylor Swift; y me encontré con la canción Ever More, donde viene el verso ‘en las grietas de la luz podemos hacer una pausa’ y ese es el epígrafe inicial del libro”.

Al finalizar Grietas de la luz queda la sensación de haber asistido a un acto de cuidado, pues Díaz-Granados logra transmitir la recuperación de la memoria doméstica, la que se transmite en la cocina, en la sala, en la repetición de una canción. Al final, nombrar a quien olvida es una manera de devolverle presencia.

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