JOSÉ AGUSTÍN: YA ES LEYENDA

“Nos enseñó que había literatura con ritmo de rock”.

JOSÉ AGUSTÍN
Cultura
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Es verdad que hace unas semanas dediqué este espacio a José Agustín. Lo hice con el ánimo de honrarlo en vida, porque recién se había hecho público su delicadísimo estado de salud y lo justo era darle un último abrazo a un escritor que nos enseñó que había literatura con ritmo de rock, irreverente y provocadora.

Así como la música de los Rolling Stones hacía enojar a las buenas conciencias, en México el artista más incendiario fue un escritor; y sí, me refiero al autor de La tumba.

Hoy José Agustín ya es leyenda. El ninguneo que recibió por parte de la ortodoxia de la literatura mexicana y en particular de Margo Glantz ya es parte de un anecdotario que incluye momentos más dignos de un rockstar que de un escritor. Por ejemplo, su paso por Lecumberri a finales de 1970 y principios de 1971. En un episodio narrado en su autobiografía El rock de la cárcel, cuenta que saliendo de visitar a su amigo el músico Salvador Rojo, él y su entonces esposa Margarita Dalton fueron capturados por un comando encabezado por Arturo El Negro Durazo. En ese momento llevaban unas pequeñas dosis de marihuana, pero eso no fue lo peor: el problema más grave fue que la policía pensaba que eran parte de una célula del crimen organizado.

Contracultura

Durante sus meses tras las rejas escribió una de sus novelas más experimentales e interesantes, Se está haciendo tarde (final en la laguna), influenciada por José Revueltas, con quien se encontró en prisión. Solo para no dejar el hilo suelto, diremos que el escritor recuperó su libertad el sábado 7 de julio de 1971; se dice que a su favor intercedió la cantante y exnovia, Angélica María.

Dejemos de lado las aventuras, que José Agustín es más, siempre fue más. De perfil y Ciudades desiertas, junto con La tumba, son novelas más roqueras que cualquier canción del Three Souls in My Mind.

Renuente a ser encasillado, escribió teatro e incluso dirigió una película, Ya sé quien eres (te he estado observando) e hizo la adaptación cinematográfica de El apando, de José Revueltas.

Importantísima también es su contribución al estudio de la contracultura en México: tal vez ningún otro escritor se ha enfocado tanto en el tema y en darlo a conocer al gran público.

Pero el espacio se acaba y no podemos omitir su breve paso por estas páginas. La presencia de José Agustín en este semanario fue uno de los alicientes que motivaron a este reseñista a buscar trabajo en esta publicación. Desconozco la historia de la invitación que en su momento le hicieron Julio Derbez y Jaime Aljure; lo que sí puedo decir es que su presencia, junto con la de otros escritores y periodistas, contribuyeron a colocar a Vértigo, desde un principio, en la mira de los lectores.