Desde tiempos prehispánicos las culturas que habitaron lo que hoy conocemos como México han tenido una fascinación especial por lo sobrenatural. Los dioses del inframundo, las ofrendas a los muertos y las narraciones de aparecidos forman parte del imaginario colectivo. Esa tradición se ha transformado: hoy vive en el cine, en los relatos orales, en las fiestas patronales y, por supuesto, en los escenarios teatrales.
En este sentido, tan solo basta pensar en propuestas como La llorona en Xochimilco o La Dama de Negro, que durante más de 30 años ha mantenido a los espectadores en vilo.
Y en otras ramas artísticas, como el cine, también persiste esta fascinación: el Festival Macabro presenta filmes dedicados al género; y siguiendo el hilo tenemos de igual forma a Guillermo del Toro, un gran cineasta mexicano de lo fantástico y el terror.
De esta manera no cabe duda que el público mexicano es uno de los más fieles consumidores de historias de horror en Hispanoamérica. En este panorama llega una propuesta que conecta con una herida abierta de la cultura popular: el regreso de La mano peluda, no como programa de radio, sino como obra de teatro. Su subtítulo es toda una promesa: El episodio maldito.
La mano peluda nació en 1995 bajo la conducción de Rubén García Castillo. Sin embargo, alcanzó la cúspide de su popularidad con la voz grave y calmada de Juan Ramón Sáenz, quien estuvo al frente de 1999 a 2010. En ese tiempo se recopilaron decenas de miles de testimonios: pactos con demonios, apariciones en casas, brujerías y experiencias inexplicables.
Uno de los episodios más comentados fue el famoso Caso Josué. Se trataba de un joven que aseguró haber hecho un pacto satánico. Su relato, transmitido al aire, provocó pánico y fascinación. En 2011 Sáenz volvió a entrevistarlo, esta vez en televisión, para el programa Extranormal. Apenas diez días después el conductor falleció a causa de una infección fulminante. Para muchos fanáticos, no fue casualidad: era la confirmación de que La mano peluda estaba maldita.
Es precisamente ese mito, que se alimenta de la coincidencia entre ficción y tragedia, el que da pie a esta puesta en escena. En La mano peluda. El episodio maldito el público, más que ser espectador, se convierte en cómplice de lo que está por suceder. En cada asiento espera un par de audífonos. En algún momento de la función habrá que usarlos para escuchar grabaciones perturbadoras, fragmentos de voces del pasado y reconstrucciones del programa original.
La obra juega con estos materiales “recuperados” (entrevistas, grabaciones y testimonios) para crear una atmósfera de veracidad. En todo momento el espectador duda: ¿lo que estoy escuchando es real o es ficción? Ese terreno ambiguo es donde el terror se vuelve más efectivo.
Pesadilla sonora
JR es el protagonista de la obra y supuesto hijo de Juan Ramón Sáenz. Desde su entrada establece un vínculo directo con la audiencia. JR es interpretado por el actor Alejandro Guerrero, egresado del Centro Universitario de Teatro (CUT-UNAM), con trayectoria en cine, televisión y proyectos independientes.
La dinámica es peculiar: mientras el actor manipula grabadoras, computadoras y cintas para reconstruir el supuesto último episodio; los espectadores escuchan en simultáneo lo que él oye. Es una experiencia doble: se observa el drama en el escenario y, al mismo tiempo, se vive el terror directamente en los oídos.
Al respecto, en entrevista con Vértigo, Guerrero comenta: “Mi personaje empieza con una postura muy escéptica. Va activando varias diferentes grabadoras, diferentes audios de la computadora, para rememorar ese último episodio e investigar exactamente qué sucedió aquel último día de grabación. Es una obra muy dinámica, porque por un lado la gente escucha activamente el episodio y, por otro, se va enterando de cuál es la relación que tiene JR con el caso en particular y las cosas que le van sucediendo”.
Para Guerrero el reto ha sido enorme: “Es un monólogo de casi dos horas. Yo llevo la voz cantante, pero también dialogo con el público. Hay que mantener la tensión y al mismo tiempo dejarse llevar por la reacción de cada función. Es demandante, pero también un privilegio”, asegura.
La dramaturgia y dirección están a cargo de José Manuel López Velarde, creador de Mentiras, el musical, una de las obras más longevas en la cartelera nacional, quien ahora López Velarde se arriesga con un experimento completamente distinto: un falso documental llevado al teatro que, por cierto, acaba de cumplir 200 representaciones este mes de agosto y promete ir por más para romper récord en cartelera.
Por otra parte, el diseño sonoro de Miguel Jiménez es clave en esta apuesta. Gracias a él los audífonos no son un mero accesorio, sino el vehículo para transportarse a otra dimensión. Ruidos que parecen venir desde atrás de la nuca, voces que susurran al oído, interferencias que recuerdan viejas transmisiones de radio: cada detalle está pensado para hacer vibrar los nervios.
Lo que ofrece La mano peluda. El episodio maldito no es únicamente un espectáculo de terror, sino un juego con la memoria y la superstición. El público sale con más preguntas que respuestas, tal como ocurría en las noches de radio cuando alguien llamaba para contar que el diablo lo perseguía.
En palabras de Guerrero: “Es una experiencia teatral como nunca has vivido. Es increíble porque juega con los sentidos; no es nada más sentar y ver, requiere mucha escucha. Es una obra que demanda toda la atención del público. Si uno va acompañado lo que sucede después de la obra es mucho más emocionante, porque cada uno tiene una experiencia muy individual; hay cosas que a le pegan más a uno que al amigo o compañero de butaca o que pegan distinto”.
Más allá del mito y la tragedia esta puesta en escena rescata un pedazo de memoria colectiva de varias generaciones que crecieron escuchando la radio de medianoche. Así, el proyecto también funciona como homenaje. El mito de La mano peluda se reinventa y regresa para recordarnos que, en México, el terror nunca muere… solo cambia de formato.
La mano peluda. El episodio maldito se presenta en el Teatro Ofelia los viernes a las 21:00 horas, sábados a las 18:00 y 21:00, y domingos a las 17:00. Los boletos están disponibles en taquilla y a través de internet.