LA RUPTURA COMO SÍMBOLO DE LIBERTAD

“El movimiento marcó un antes y un después en la plástica mexicana”.


Enrique Echeverría Vázquez (1923-1972) fue el primer miembro del Salón de la Plástica Mexicana y parte fundamental de La Ruptura.
Cultura
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Enrique Echeverría Vázquez (1923-1972) fue el primer miembro del Salón de la Plástica Mexicana y parte fundamental de La Ruptura, pero murió antes de cumplir 50 años y hoy es casi un desconocido para las nuevas generaciones, por lo que el libro Enrique Echeverría. Libertad Pictórica viene a refrescar la memoria sobre la relevancia de su vida y obra.

Echeverría fue uno de los numerosos pintores mexicanos que decidieron apartarse del arte figurativo que dominaba en el país en las décadas de 1940 y 1950, para experimentar con el arte abstracto y otros movimientos modernos de la pintura en Europa.

Influyó incluso en otros artistas y su carrera era seguida por los críticos, pero su muerte se produjo precisamente cuando los pintores de su generación comenzaban a gozar los frutos y el reconocimiento de su trabajo. Y aunque mereció dos exposiciones importantes en el Palacio de Bellas Artes —una al año de su fallecimiento y otra en 2003— su trabajo ha sido poco difundido.

Ahora, junto con el libro, dos exposiciones en puerta buscan ser para el público un reflejo del gran amor del artista por su arte, así como de una vida dedicada a la plástica que lo llevó a exponer en galerías de México, Estados Unidos y Europa, tanto de manera individual como colectiva.

Testimonios

Enrique Echeverría. Libertad Pictórica será presentado en el Museo de Arte Moderno el 26 de noviembre a las 12:00 horas por su viuda, Ester Echeverría, quien confirma a Vértigo que días después, el 30, se realizará también un homenaje luctuoso con una exposición en el Museo de la Ciudad en León, Guanajuato; y otro con motivo del centenario de su natalicio se llevará a cabo en el museo Casa Grande de Real del Monte, en Hidalgo, a inicios del año siguiente.

La exhibición, dice, será una antología y mostrará toda la obra de Enrique Echeverría en distintos formatos: desde el primer dibujo hasta la última pintura realizada por el pintor.

Ester Echeverría cuenta que en 1952 su marido “fundó la galería Prisse, al lado de Vlady, Héctor Javier, José Vasconcelos y otros pintores” que se reunieron para abrirla como un espacio para exponer sus ideas, ya que estaban vetados: a la mayoría de los integrantes de La Ruptura se les prohibió exhibir su trabajo en muchas de las instituciones patrocinadas por el Estado.

“Y además, con aquellas frases que lanzaban artistas como Siqueiros, quien llegó a afirmar que ‘No hay más ruta que la nuestra’, les resultó aún más difícil” exponer sus trabajos, agrega.

Cuando muere un artista su arte perdura en la posteridad si es debidamente cuidada. Y en este sentido su compañera de vida recopiló textos académicos sobre su esposo, gracias a lo cual “el libro cuenta con escritos que me hicieron llegar personalidades como José María Espinasa, actual director del Museo de la Ciudad de México; Arturo López, historiador y además gran conocedor de arte; al igual que Juan Rafael Coronel Rivera y Salomon Grimberg”, quien entregó a Ester Echeverría “un pequeño texto muy emotivo”, entre otros.

Libertad pictórica

El movimiento de La Ruptura fue para el artista, fallecido a los 49 años, un antes y un después en la plástica mexicana, la primera piedra que cambió el enfoque de artistas que hasta entonces solo se preocupaban por seguir las reglas establecidas sin correr riesgos.

La viuda de Echeverría apunta que, en este sentido, el libro “cuenta con opiniones, críticas y entrevistas que le hicieron personajes como Emmanuel Carballo, donde se conoce su postura y lo que pensaba tanto del muralismo como de los pintores”.

Añade: “Mi idea era dar una pincelada completa de Enrique, tanto el hombre como el artista”. De ahí que decidió ilustrar el libro con la fotografía de Jesús Sánchez Uribe.

Ester Echeverría recuerda al pintor como “una persona generosa y equilibrada, un hombre sin vicios ni excesos más allá del trabajo, alguien muy congruente en su manera de ser”.

Aunque muchas personas pensaban que estaba deprimido cuando observan los tonos oscuros que ocupaba y un poco también debido a su técnica, señala, “nada más alejado de la realidad. Rufino Tamayo dijo durante una exposición: ‘Echeverría pinta para pintores, porque solo un pintor sabe lo difícil que es pintar así’”.

Los artistas y los creadores en general tienen que ser egoístas, particularmente de su espacio, ya que es un trabajo donde se pasa mucho tiempo solo, y él “parecía que sabía el día de su muerte, ya que pintaba de manera casi obsesiva, con frenesí; desde que nos conocimos no dejó de pintar ni un solo día; hasta enfermo en cama se mantenía dibujando o haciendo bocetos”, relata su viuda.

Agrega que “muchas veces le pedí que dejara su trabajo en la compañía de luz, que buscara descanso, pero él decía que lo poco que le pagaran sería para cumplir con las responsabilidades de familia y que además le daba la libertad de pintar lo que él quisiera y no lo que la gente ya compraba. Él quiso seguir con esa libertad”.

Por otro lado, recuerda que su esposo le dijo una vez que “convivir con los oficinistas me aterriza, porque los creadores tienden a ser soberbios o se sienten superiores al común, simplemente por el hecho de ser gente culta y haber tenido la oportunidad de viajar”.